Más democracia sí, nostalgia autoritaria jamás

Más democracia sí, nostalgia autoritaria jamás

El formato del bloque de preguntas y las exposiciones de casi todos los participantes en el reciente debate entre los candidatos a senador por el Distrito Nacional constituye una demostración de hasta dónde ha penetrado en nuestro país la onda ultraconservadora que se expande en todo el mundo. Por las posiciones del algunos, el debate fue una suerte de tribuna tendente a condicionar las agendas de los poderes Ejecutivo y Legislativo del próximo cuatrienio, una trampa en la que estos no deberán caer.

Las tres preguntas iniciales del debate, en su formulación, estuvieron claramente sesgadas, recurriendo a la fábula de la conspiración mundial para imponer la “ideología del género”, siguiendo con los temas de las tres causales y el migratorio que son parte de la agenda de esa “conspiración”, según los sectores del ultra conservadurismo cerril. Son temas generalmente tratados con marcado simplismo de parte de esos sectores para negar derechos, en que confluyen sectores del más diverso espectro político, social y eclesial del país, propensos todos al autoritarismo y a debilitar toda posibilidad de convivencia y de necesaria cohesión social. Esto obliga a fijar posición contra esa tendencia, diferenciarse de ella y con un proyecto de sociedad realmente democrático, algo que no solo concierne a un partido en particular, sino a cualquier líder político, sea este presidente en ejercicio o candidato a ese cargo. El presente Gobierno, de reconfirmarse en el poder, cosa altamente probable, hasta ahora tiene la urgente necesidad de evitar los efectos corrosivos del conservadurismo contra esta sociedad, definiendo la única herramienta que puede ser efectiva contra ese flagelo: políticas públicas orientadas hacia el gasto para disminuir de la desigualdad, que es la expresión más ofensiva de la pobreza, y defender firmemente las conquistas en materia de derechos humanos.

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Para eso, los partidos políticos del país, sin excepción, necesitan un proceso de reconstrucción de sus identidades y de ideas claras de la sociedad que quien, de lo contrario serán arrastrados hacia la dispersión y fragmentación e irrelevancia política para producir cambios los unos o simplemente o desaparición los otros

A ese propósito, Gabriel Boric, cuando se le preguntó cuál es el legado que quiere dejar como presidente de Chile, respondió: “…haber tomado medidas que avancen en mayor justicia social y una mejor distribución del ingreso. Además, espero que podamos formar una coalición de largo plazo para un proyecto progresista en Chile”. Es una posición de coherencia política y personal, y un programa mínimo para cualquier proyecto progresista en este momento en que la democracia es el escenario fundamental para la lucha política y contra la nostalgia autoritaria.