Hoy 
Al ser evaluados por un médico legista, Roberto Rodríguez y Andy Yoel González Cuello, dos de tres sospechosos de matar a un oficial policial, presentaban lesiones por golpes que les habían propinado los policías que los capturaron e interrogaron. William Alberto Pérez, un comerciante de Mao, sufrió fracturas de la muñeca y dos dedos de la mano izquierda, así como la pierna derecha, como resultado de las torturas a que fue sometido por el sargento Juan León Hilario y el cabo William Domínguez, ambos de la Policía.
Estos casos son parte de la evidencia de que la práctica de la tortura contra detenidos es común entre los policías, a pesar de que la jefatura de la institución evita transparentar esta situación, repetidamente denunciada por organizaciones locales e internacionales, defensoras de los derechos humanos. El departamento del médico legista de la Fiscalía del Distrito registra un promedio de 50 casos por mes de personas que acuden allí para exámenes por lesiones causadas por policías, miembros de la DNCD y militares.
Hay evidencia de que el país está faltando a acuerdos internacionales sobre respeto de los derechos humanos. La práctica de la agresión en destacamentos policiales evidencia que se hace poco esfuerzo por disuadirla y que las sanciones contra los autores se aplican más por excepción que por regla.
Prisa con Merca Santo Domingo
Aunque algunas obras civiles de Merca Santo Domingo no están terminadas, parece haber un fuerte interés por inaugurar sus instalaciones en el corto plazo.
Las razones de esta prisa no han sido explicadas hasta el momento, aunque sí se ha asegurado que la obra, que ha sufrido numerosos aplazamientos, será inaugurada dentro de poco tiempo.
Todavía faltan por terminar la verja perimetral, el puente sobre la carretera Duarte y las vías de acceso al gran centro de acopio de productos agropecuarios.
La pregunta obligada es por qué hay tanta premura por inaugurar una infraestructura inconclusa, a la que le faltan obras civiles importantes para facilitar el acceso y para seguridad de las instalaciones. Las autoridades no parecen convencidas de la validez de la expresión el que espera lo mucho, espera lo poco.
