Varios de mis lectores me han solicitado que escriba sobre otras frases con carga de gracia e ingenio.

La que recordé tras la primera petición fue la que pronunció un amigo ante el paso de una mujer nalguda y de piel azabache.

-En los glúteos de esa negra-dijo-hay más historia dominicana, que en los cuatro tomos de José Gabriel García.

Acerca de un pretendiente tacaño, una amiga me dijo que éste: “miraba por encima de sus espejuelos para ahorrar los cristales”.

Y añadió que “cuando ese avaro tiene que trasladarse de una habitación a otra de su casa, en madrugadas lluviosas con truenos, se alumbra con los relámpagos”.

No hay que señalar que el mezquino personaje lo hacía para disminuir las cifras de las facturas de su consumo de energía eléctrica.

Una de las frases que más  me ha impactado al escucharla, por su carga de humor y verdad, afirma que: “cuando el hambre da calor, la batata es un refresco”.

Conocí un hombre de quien se decía que llevaba con indiferencia los cuernos que le colocaba su concubina.

Pero el “venado” tal vez creía, como enseña una frase filosófica, que “los cuernos son como los dientes en las criaturas, que cuando van a salir duelen, y después comen con ellos”.

Más penas que risa me causó la frase que escuché de labios de un albañil, en la cual afirmaba que: “el día que la pupú cueste dinero, los pobres naceremos sin nalgas”.

Aquel piropo que lanzó un anciano a una hermosa joven no he podido olvidarlo, pese a que  se produjo en los inicios de la década del cincuenta.

“Por ti sería capaz de hacer  gárgaras boca abajo” dijo el pasado meridiano, frotándose las manos, y relamiendo los labios.

¿Y han escuchado decir que a los cundangos “les gusta ponerse hombres de mochila”?

Es de antología la supuesta frase que escribió un cobero en un diario durante los años de la dictadura de Trujillo.

El adulón afirmó que: “las mujeres dominicanas tenían el cutis hermoso, gracias al clima de paz y progreso que disfruta el país, bajo la dirección del Benefactor de la patria”.