Más grados de libertad

Más grados de libertad

Las luchas de los pueblos nunca han cesado. Aunque sigue imperando la falta de democracia luego de varios siglos, surgen momentos históricos que anuncian transiciones y cambios. Hay que tener ojo avizor para reconocer las señales que la sociedad ofrece como forma de anticiparse a la ola que recorre el mundo en esta parte del siglo XXI.

En el lenguaje de ingenieros y mecánicos, las estructuras y maquinarias se diseñan y construyen en función de los grados de libertad que se busca obtener. El objetivo del diseñador es que el elemento buscado tenga la mayor libertad de movimiento y acción. Trata de obtenerse la capacidad para que la obra se mueva hacia adelante, hacia atrás, arriba, abajo, a la izquierda y hacia la derecha. Además, que pueda girar en torno a cada uno de los ejes, independiente de otros. Esa libertad plena se conoce como “seis grados de libertad” que, en la habitual simplificación angloparlante, se conoce como “6DoF”, acrónimo para “six degrees of freedom”.

El pueblo dominicano ha demostrado en tiempos recientes un comportamiento que permite suponer nuestra ubicación en la antesala de algo socialmente diferente. Es preferible no ponerle nombre ni bautizar lo que pudiera pasar en el conglomerado nacional si las cosas siguen el camino por el que avanzan. Pero lo que no se puede negar es que, sin pausa a aunque sin prisa, el pueblo va adquiriendo grados de libertad a pesar de los esfuerzos en contrario de los políticos tradicionales y los poderes fácticos que se benefician de la sumisión tradicional.

Fuimos más libres cuando se evidenció el desfalco realizado por el gobierno de Leonel Fernández a través del préstamo de la Sun Land. Ganamos fuerzas cuando ese líder del grupo corporativo llamado Partido de la Liberación Dominicana protegiera a su hijo putativo con el cargo de Senador de la República, seguro que, de no hacerlo, sería condenado por robo y malversación de acuerdo con las leyes y la Constitución.

Fuimos más libres cuando la Suprema Corte de Justicia se confesó cómplice de ese desfalco porque nos convenció de que esos jueces nunca estarían de parte del fiel cumplimiento de las responsabilidades que el pueblo les dio. Por si no bastó todo lo anterior, la confesión de complicidad del entonces Presidente del máximo nivel de la justicia, Jorge Subero, imprimiría más fuerza a la opinión popular para buscar mejorías a través de una lucha constante y persistente.

¿Quién podría dudar que la juventud dominicana logró otro grado de libertad cuando acampó decididamente ante los terrenos de Los Haitises hasta impedir otro gran fraude de Leonel Fernández con las propiedades del Estado dominicano? Nadie tuvo que quemar neumáticos ni disparar armas de fuego para impedir ese otro saqueo corporativo de la politiquería nacional. Bastó con guitarras, consignas y una voluntad inquebrantable para impedir ese fraude.

¿Cómo podría negarse que somos más   libres cuando obligamos, pacíficamente y de forma sostenida, que el gobierno de Danilo Medina se comprometiera a invertir el 4% del Producto Interno Bruto en la educación pre-universitaria? Leonel Fernández pasó más de una década obstaculizando el mejoramiento de la educación de los dominicanos de más bajos ingresos mientras extorsionaba empresarios y malversaba el erario para fortalecer a FUNGLODE, el “think tank” de sus orgasmos intelectuales.

¿Quién podría negarle a lo mejor de este país el mérito por obligar al gobierno a deshacer los fraudes más brutales y notorios creados por Leonel Fernández con la minería de este país? ¿No somos capaces de ver que la mediatizada negociación con la Barrick Gold y la exposición del fraude con la Loma Miranda son el fruto de un pueblo que no es indolente ni servil, como dice la letra del himno nacional?

Y así podríamos seguir contando la interminable historia de cómo el pueblo dominicano está actualmente movilizándose para seguir obteniendo grados de libertad. Con cada una de estas victorias, logradas en una lucha unificada y permanente, se ha logrado zafar eslabones de la cadena de oprobio. Además, se ha fortalecido el concepto de cómo se puede luchar por ideales y por una cosa llamada patria, término que ha escapado de los amnésicos políticos tradicionales.

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