En un proceso que tomó años, los gobiernos de la República Dominicana se excedieron en conceder el rango de general. El número de militares llevados a esa condición creció sin que se tomaran en cuenta las dimensiones reales de las instituciones armadas ni su funcionalidad. En buena medida el símbolo de superioridad de los quepis rameados fue devaluado.
Ejercicios de mando que por respeto a las proporciones debieron seguir correspondiendo a oficiales de escalafones menores pasaron a brillar con insignias que por regla debieron seguir correspondiendo a unos pocos. A los mejores de los mejores. Además, la racha multiplicadora de la oficialidad alta y mediana no se quedó ahí. En este momento el país presenta en sus milicias una desproporción entre el número de señores supuestos a mandar y sus subalternos: tropas propiamente dicho.
Esto tiene que cambiar haciendo más nutrida y capacitada a la membresía básica. En la que lógicamente descansan las faenas que contribuyen a rodear de seguridad a las instituciones con vigilancia y tareas útiles a la población civil incluyendo reforestar y llevar auxilio a ciudadanos afectados por desastres naturales. Soldados bien entrenados y bien pagados para cuidar la frontera y/o reforzar de ser necesario el trabajo policial con patrullaje para la disuación del crimen. Que triunfe la meritocracia entre quienes deben garantizar la soberanía para tranquilidad de la ciudadanía.
Alzas en contra de la educación
Muchos padres de familia que acuden a tiendas de útiles escolares podrían cuestionar la versión de que este es un país de baja inflación y estabilidad económica con tasa del dólar que alegadamente no repercute con intensidad sobre artículos de primera necesidad. Ayer, con declaraciones a periodistas en los propios centros de expendio- denunciaron una cruda realidad negadora de esa visión y de las promesas de baratillo de la publicidad. Materiales notablemente más caros que en años anteriores, lo que es agravado porque la pedagogía moderna parece requerir más utensilios que antes. El año escolar coincide esta vez con la llegada de un Gobierno de enfáticos compromisos con la educación. Debe esperarse que estas quejas muevan a las autoridades a buscar las causas de la carestía. A concebir medidas que abaraten todo lo que se emplee en la enseñanza y a combatir los altos márgenes de beneficios en la intermediación.