El Banco Central sacó su arsenal de estimulo monetario desde que apareció el COVID-19 y sus consecuencias económicas. Como son problemas temporales, no se detuvo en medidas convencionales para controlar la pérdida de producto e impulsar el crecimiento del PIB.
El pasado miércoles aumento la potencia de fuego con una nueva sacudida monetaria, incluyendo nuevo abaratamiento de fondos para los usuarios. Puso en vigencia otra ronda de estímulos para seguir combatiendo el bajón de actividades económicas. Aumentó la liquidez del sistema bancario en RD$60 mil millones para que apoyen a los sectores productivos, consumo de las familias, refinancien deuda y concedan nuevas líneas de préstamos a las micro, pequeñas y medianas empresas. Sumado al cañonazo que disparó en marzo eleva el total de las facilidades monetarias a RD$180 mil millones, equivalentes a 4.5% del PIB.
Ante la mayor disponibilidad de fondos y demanda así como por aumento de las presiones competitivas, los bancos comerciales han respondido abriendo más el grifo de créditos en pesos y suavizando los requerimientos o condiciones generales, lo que ha incidido para que sean menores los márgenes que aplica.
Por estas condiciones los créditos en pesos interanuales crecen dos dígitos, 14.4% en junio frente a 10.5% hace un año, presionando a la baja la tasa de interés nominal que cobran a los clientes hasta 11.04%. Y como la inflación es baja y estable, el tipo de interés real es positivo y de buen nivel.
También ha incidido la Tasa de Política Monetaria que desde mediados de marzo se ha mantenido sin cambio en 3.50% anual, y las tasas de préstamos del Banco Central a los bancos comerciales y de depósitos de estos en el Banco Central en 4.50% y 2.50% anual, respectivamente.
Amplio es el espacio de maniobra que todavía tiene el Banco Central para seguir tomando decisiones, la política monetaria tiene balas en la recámara, no ha usado toda la artillería de que dispone para contribuir a sacar la economía del profundo hoyo en que cayó durante los meses picos de la pandemia, de marzo a junio.
Lo que es buena noticia, porque si el balance económico que hasta este momento tenemos de la crisis sanitaria no reporta un número rojo de mayor envergadura en cuanto a pérdida de producto, para la CEPAL estamos en el pequeño grupo de países que menos pierden este año, se debe a que la política monetaria no se encerró en sí misma, no se puso una camisa de fuerza como ha sucedido en otras economías.
No obstante la magnitud de las políticas monetarias preventivas y extraordinarias que han subido el nivel freático de la liquidez de los bancos comerciales, no han presionado los precios al consumidor, ha sucedido lo contrario, estos han echado freno, la inflación interanual cerró en 2.90% y en 0.43% la acumulada en los primeros seis meses del año. Es decir, ni siquiera tocó el nivel mínimo de la meta de 4.0% ± 1.0%.
Está claro, pues, que las medidas monetarias han sido eficientes al controlar la pérdida de producto y empleo, de hecho fue reconocido por el presidente electo, Lic. Luis Abinader, cuando pidió a las autoridades del Banco Central que se queden en sus puestos.