¡Más plástico… imposible!

¡Más plástico… imposible!

POR DOMINGO ABREU COLLADO
Y eso, que estamos hablando de un paraje apartado, supuestamente muy alejado de la influencia de la gran ciudad. Pero miren el ejemplo. A esta niña literalmente no le cabe más plástico en el cuerpo.

Desde el pelo: con trencitas llenas de bolitas de plástico; bajando a la cara: dentro de la boca un trozo de plástico blando, mientras que cubriéndole la boca está un armazón de tres piezas de plástico, y éste armazón, a su vez, atado a una cadenita de bolitas pequeñitas de plástico que le cuelga del cuello.

Ya en el cuello –en contacto con la cadenita- inicia la cobertura del tronco una camiseta de fibras de plástico que no bien ha llegado a la cintura cuando un pantaloncito de plástico comienza a cubrirle las extremidades inferiores hasta llegar a las mediecitas de plástico, una primera cobertura de los pies, “protegidos” luego por unos zapatitos de plástico también.

Y claro, para no desentonar, un vaso plástico en las manos como sustituto de los juguetes de plástico que tuvo el Día de Reyes y quizás una semana más.

Aparte de éstos, ¿con cuántos otros elementos plásticos está en contacto esta niña… en la casa? Desde que nacen, los niños entran en contacto con los plásticos: biberones, teteras, bacinillas, bañadores, pañales desechables, adornos corporales, mediecitas y zapatitos de fibras de plástico, vasos, cucharas, sillas de bebés, carrouseles musicales para dormir, mantas, colchones, cunas,… es decir, toda una parafernalia de recién nadcidos y luego de niños que no termina sino hasta asumir conciencia del daño que son los plásticos.

Salvo aquellos niños y niñas de padres conscientes que saben que no hay nada más saludable para un recién nacido que el contacto con el algodón o el lino, la mayoría de la gente, inducida por el mercado, tiene en el plástico la “solución” al problema de la necesidad de los elementos de uso diario para las primeras etapas de vida de niños y niñas.

 Un problema originado con la presencia de los pañales desechables, por ejemplo, es la negativa de las madres a lavar pañales, lo que descarta definitivamente el uso del algodón prefiriendo el plástico de los pañales desechables.

Estos pañales,  que fueron hace algunos años exclusividad de la gente de ciudad, se extendió con el comercio detallista hasta los colmados, pulperías y ventorrillos de todas las provincias. El pañal desechable se apropió de todos los traseros recién llegados al mundo, siendo el plástico el material del primer contacto de los bebés, y en muchos casos (quien sabe si ya en todos los casos) sustituyendo lo que fue el contacto materno –piel con piel– pasado ya de moda.

El biberón, sustituto del seno materno y antes fabricado en primoroso cristal, sustituyó a ambos como contenedor y dispensador (por no decir amamantador) en una versión plástica que llegó para quedarse, aunque mantenga ese horroroso hedor que no logran quitar los más agresivos detergentes.

Encontrar ropa de algodón o lino para los recién nacidos en realidad no es difícil. Lo realmente difícil es conseguir el dinero que cuestan ahora esos géneros. Cualquier vendedor diría que “la ropita plástica para bebés vino a resolver el problema de la carestía de la ropita de lino o algodón”.  Pero en realidad lo que ocurrió fue que la ropita en esas telas fue encarecida para hacerla inalcanzable, de élite, “de clase”, dejando para el resto de gente la ropita más barata hecha en plástico.

Puede decirse que la cultura del plástico -aunque resolvió muchos problemas reales- ha causado más problemas luego que los que resolvió.

Con sólo mirar a las calles en días de lluvia podemos encontrarnos con uno de los megaproblemas ocasionados por la invasión del plástico: la inundación de las alcantarillas, contenes, aceras y toda la calle.

La gran cantidad de materiales plásticos indestructibles e irreductibles se agolpan por toneladas en las calles, siendo arrastradas por las lluvias hasta las alcantarillas, las que son invadidas y taponadas impidiendo el libre discurrir de las aguas hacia el mar.

Y allá, en el mar, es otro el problema, pues cantidad de animales ingieren los plásticos flotantes confundiéndolos con alimento, ahogándose unos y envenenándose otros. Y ya ven, comenzando todo con aquellos artículos de niños y niñas. 

Con sólo dos días de lluvia

Solamente cayeron en este punto de la autopista 6 de Noviembre dos días de lluvia cuando los aguaceros aquellos que inundaron parte del Cibao, a finales de mayo pasado. Y con dos días de lluvia miren lo que ocurrió, un deslizamiento que arrastró algunos árboles y dejó esas viviendas en el mismo borde, casi a la deriva.

Pero si ustedes tomaron alguna medida así mismo las han tomado las personas que viven ahí. Parece que les da par de tres que se deslicen terrenos, árboles o que se deslice Anderson Hernández en la segunda base. Ellos esperarán ahí a ver qué pasa. Quizás sienten que sus casas tienen buenas zapatas y que probablemente se deslizará todo a su alrededor, menos ellos, que son “la roca del Señor”. Bueno, eso creen.

Por razones microclimáticas en esta parte llovió bastante durante esos dos días, mientras que a 5 minutos de ahí apenas se nubló. Por suerte no ha llovido más, pero eso no significa que no vayan a ocurrir aguaceros a medida que vayamos entrando más en la temporada ciclónica, que igual nos manda 20 huracanes tipo Georges o los manda hacia el Antártico o al mismo Washington DC, porque con esta vaina del cambio climático nadie sabe dónde es que va a batirse el chocolate.

De todas maneras nos preocupa que haya indicios de saturación de agua –como en el sitio de la foto– y la gente se quede como si fuera algo que ocurre todos los días.

En esa zona –como ya lo he escrito anteriormente– han ocurrido ocupaciones que terrenos elevados que al saturarse con las lluvias pueden comenzar a deslizarse. Eran sitios cubiertos de vegetación, y esa cobertura le daba cierta impermeabilidad, naturalmente. Pero al ser eliminada la vegetación toda la lluvia que caiga se infiltrará en los suelos y probablemente se operen expansiones que generen a su vez deslizamientos. Y como lo que hay en la superficie son casas, en lugar de árboles, pues lo que va a deslizarse con los suelos serán las casas… y la gente dentro.

Claro, si eso ocurre habrá que buscarles apartamentos y casas a todos los agraciados, que se las habrán sacado con solo apostarle al palé aguacero con desgracia. Pero nada, todo sea por la patria, el desarrollo y la competitividad, que son los ritmos que están de moda en estos días  en el país.

Ahora, ¿cuánto esperará el COE para opinar sobre esta situación particular en la “6 de Noviembre? O mejor, porqué no comienza a trabajar con esta gente ahora?

Vacas ecológicas y descomponedoras 

Solidarias con la necesidad de eliminar vertederos cercanos a las carreteras, tanto por como afean el entorno como por las posibilidades de enfermedades que éstos significan, estas vacas desarrollaron en el Día Mundial del Ambiente una jornada de eliminación de vertederos para llamar la atención sobre el problema y mostrar una alternativa aplicable en cualquier ciudad afectada por esta calamidad pública. O sea, en todo el país.

Como puede apreciarse en la foto, las vacas solucionan el problema simplemente comiéndose la basura. Es decir, por un lado aplican el reciclaje a los desechos provenientes de las comidas, y por otro lado recuperan y aplican la antigua máxima de “lo que no mata engorda”.

Otro aspecto manejado por las vacas durante la jornada en cuestión fue la de la diversidad. Me explico, no la biodiversidad, sino la diversidad cromática o cromadiversidad, consistente en ensayar la ingesta no solamente de lo verde –como había sido la costumbre vacuna hasta ahora– sino de todos los colores que aparecieran. De esta manera fue devorado lo rojo, lo amarillo, lo morado, lo blanco, lo azul, lo rosado, lo negro, lo marrón y lo verde también, para no discriminar ni perder la costumbre.

Las vacas tienen la teoría de que si a ellas les funciona bien lo más probable es que al resto de vacas del país también les funcione.

Pero van más allá. Son de la opinión de que si ellas son capaces de reciclar todo eso sin presentar daño alguno, tratándose como al efecto se trata de vacas que de raza pardo-suiza, extranjeras, de un país ejemplo de democracia y desarrollo, y más delicadas que el común de los seres que habitamos esta isla; resistentes nosotros a tantas enfermedades del trópico, a tantos políticos ladrones, a tanta mentira impiadosa y a una democracia enferma e incurable, pues lo más probable es que seamos resistentes también a la ingesta de la basura que producimos. Sigamos el ejemplo de ellas.

Detalles de la cuidad
Ahora le dicen “el mocho”

La eliminación de parte del arbolado de Santo Domingo le ha causado problemas también al comercio informal, parte del cual (una gran parte) es un comercio que creció a la sombra de los árboles, como son las paleteras, vendedoras de café, de periódicos, de frutas, de revistas, de yaniqueques, de frío-frío, y hasta los motonchistas –el más informal de los comercios–.

Mucha de la gente que aprovechaba la sombra de los árboles para sus negocitos se ha visto en la necesidad de cobijarse bajo cartones, lonas, pedazos de tala, paraguas y otros artilugios para poder mantenerse en el medio comercial. Otros han tenido que mudarse o cambiar de “modus vivendi”.

La verdad es que, como se ve en la foto, el cambio panorámico en relación con los árboles y los negocios informales desdice ahora de la ciudad, pues no puede decirse que se trata de una nueva arquitectura ni de un nuevo estilo, como tampoco de alguna forma de atracción turística. Simplemente ha sido un cambio hacia la arrabalización obligada por la pérdida del elemento principal que les albergaba: el árbol, que por la presencia de muñones donde antes había ramas, ha pasado a calificarse como “el mocho”.

No se tienen estadísticas todavía de la cantidad de mochos que ahora “andan” dando pena por las esquinas de Santo Domingo, sin sus amplísimas y antiguas posibilidades de albergar al comercio informal, pero algunos estiman en miles, otros en varios cientos, la nueva forma de vegetación.

Por suerte no proliferarán como una nueva especie, porque ahí sí la fuñiríamos..

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