Más que el lazo rojo

Más que el lazo rojo

A propósito de conmemorarse el pasado lunes 1ro. de diciembre el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA, diversas instituciones a nivel mundial aprovecharon la ocasión para incrementar la tan propagada campaña contra este mal que cada vez está multiplicando el número de víctimas en nuestros continentes. En esta ocasión, a la campaña le han dado un matiz especial, el «Lazo Rojo», una simbología que para los cristianos se identifica con los colores de la Navidad; y en el caso específico de los dominicanos en la antesala de unas elecciones presidenciales para mayo próximo hay quienes han confundido esta simbología con propaganda política de uno de los partidos. Realmente la idea está muy divertida y el mensaje llega; pues cuando la gente comienza a preguntar sin dudas recibe una respuesta que se irá multiplicando. Me tocó ser propagadora de esta respuesta el domingo 30 mientras transitaba por las avenidas independencia y Las Américas con unos amigos extranjeros; de suerte que ya conocía el mensaje pues en la institución donde laboro recibimos una comunicación explicativa del uso del lazo rojo acompañada de una pieza de tela, a fin de ser colocada en la parte frontal de dicha institución, como muestra de solidaridad en la lucha contra el sida; la comunicación nos llegaba del Consejo Presidencial del SIDA (Copresida). .

El problema del sida y la lucha contra esta epidemia desde un largo tiempo ha venido ocupando las agendas nacionales; y de manera específica las de gobernantes y Cumbres regionales y continentales; sin embargo, a pesar de políticas definidas orientadas a educar sobre este mal, y a controlarlo, las estadísticas indican que hay que ir mucho más allá de la simbología del lazo rojo. El último informe de la Organización Panamericana de la Salud divulgado por este matutino el martes 2 del presente dice que «si la epidemia no se mantiene bajo control, el sida continuará teniendo un impacto costoso y someterá a los sistemas de salud a una presión aguda con importantes pérdidas económicas». El Banco Mundial según la misma información dijo el mes pasado en un amplio estudio sobre el sida en América Latina, que si bien la región tiene infraestructura y profesionales para ejecutar los programas, no ha tomado conciencia de las señales de alarma. Estos informes u opiniones deben llamar la atención de los gobiernos, de las instituciones creadas y especializadas en la materia, de las agencias de cooperación locales e internacionales, para asumir con un sentido de «alerta roja» las tareas inminentes que está demandando el nivel de crecimiento de esta epidemia. Tareas que habrán de seguir encaminándose de manera general en los orígenes de la enfermedad; y de manera particular en los aspectos familiar, económico y social; y en este último aspecto, muy en especial en la educación y la salud pública, para poder hacer frente a las costosas demandas.

La mayoría de la gente, de la denominada gente común, conoce lo que es el sida; pero también existe una gran parte de esa gente que ignora cómo se exponen a contraer esta enfermedad, por varias razones: mujeres y hombres con una vida sexual desordenada, sobre todo jóvenes que piensan que el uso del preservativo o condón está limitado a evitar embarazos no deseados, o que no hay que usarlo entre homosexuales; la falta de comunicación sincera entre las parejas, entre los miembros de las familias; y de éstos con sus médicos; la discriminación y exclusión de los infectados (o sospechosos sin diagnosticar); la falta de recursos de los enfermos y de atención adecuada, lo que lleva a muchos enfermos de sida a «compartir» la enfermedad, por ignorancia o por un sentimiento de exclusión, de venganza, de desafecto, de mal trato, etc. Son múltiples los factores que hacen de muchos enfermos de sida sentirse doblemente enfermo. Y a esto se suma, que la falta de una real concientización sobre la enfermedad, la convierta en un mal, además de orgánico (porque afecta el organismo humano), moral. No es lo mismo morir de un cáncer que morir por el sida. Así lo valora todavía mucha gente. Hay quienes hacen de sus víctimas muertos anónimos, o jamás dicen la causa de la muerte. Qué es esto si no falta de concientización?. La forma en que a estas alturas es asumida esta enfermedad por mucha gente, influye en que la misma se multiplique y cada vez hayan más victimas (contadas). Es oportuno preguntarnos ¿cuántos serán los no contados?.

Todo lo anterior evidencia que en esto «sí que falta mucho por hacer». Y que esta idea del señor Frank C. Moore originada en 1991 y simbolizada en el lazo rojo internacional de solidaridad con los infectados por el VIH y los enfermos de sida de lo cual él fue una víctima se constituye en esta época de navidad en un mensaje oportuno para concientizar y propagar el esfuerzo que se necesita hacer juntos en esta lucha, primero contra el temor, la ignorancia, el prejuicio; después contra la discriminación social, la exclusión moral; y finalmente contra el SIDA.

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