Cada octubre se levanta el mismo telón. Aparecen los listones color rosa, las pañoletas, las promesas, las campañas, las advertencias y, a veces, hasta una que otra donación.
Los protagonistas, haciéndose los sensibles y graciosos, intentarán hacer de la obra algo diferente a pesar de que es casi imposible que lo logren: ¿cómo cambiar la historia si se usa el mismo guión?
Con discursos aprendidos, todos nos dirán lo mismo. Pocos, sin embargo, se podrán en la piel de las mujeres que han perdido la salud, las tetas, el pelo… y, en ocasiones, incluso la vida. ¡Qué fácil es hablar desde la salud, desconociendo lo que implica la enfermedad!
Con octubre inicia un festival de hipocresías. Pocos recuerdan que no se trata de figurear sino de hacer lo posible porque las enfermas de cáncer tengan mayores oportunidades para vivir.
¿Por qué no cambiamos los listones que ponen en el Congreso por leyes que mejoren la cobertura de todas las enfermedades catastróficas y, en el caso del cáncer de mama, obligue a las prestadoras de salud a cubrir la reconstrucción? ¿Hasta cuándo se tratará este tema como si fuera estético?
Para una mujer es terrible perder una o las dos tetas. Saberse mutilado, además de lidiar con radio y quimioterapias, es tan duro como no saber de qué forma podrá costear el tratamiento. Nosotros, sin embargo, nos olvidamos de darle ese alivio que necesitan.
Este año, antes de que acabe octubre y se baje el telón dejando a las tetas en el olvido, aplaquemos un poco el dolor de las enfermas. ¡Ellas lo necesitan!