Al analizar de manera desapasionada el primer año de gestión del presidente Danilo Medina tenemos que admitir que nos encontramos ante un estilo de gobierno muy diferente a los anteriores, de hecho, sectores tradicionalmente distanciados del Partido de la Liberación Dominicana reconocen que el país está experimentando cambios profundos en la administración pública.

Sin embargo, no se trata tan solo de un cambio de estilo, vivimos un proceso de transición con el cual se está generando un cambio de modelo.

El “estilo” está muy vinculado a los actores que lo exhiben, impacta mientras el portador del mismo tenga vigencia, no es vinculante a las estructuras económicas, sociales y políticas por lo cual corre el riesgo de pasar a la historia como un esquema de referencia únicamente. Por su lado, hablar de un “modelo” es referirnos a una estructura viva capaz de penetrar más allá de los tuétanos sociales y convirtirse en la representación del conjunto de pautas a seguir para alcanzar los objetivos planteados. Al recorrer las páginas de este primer año de gobierno del presidente Medina nos encontramos con una serie de manifestaciones propias de un cambio de modelo en la administración del Estado dominicano; tal es el caso de la educación y el rol protagónico que se le ha dado como pilar principal para el desarrollo, recibiendo una inversión sin precedentes históricos, la inminente eliminación del analfabetismo, la tanda extendida y todo lo que ello implica. Otro aspecto que nos hace pensar que ha iniciado la instauración de un nuevo modelo, es la innovadora manera de asignar las obras públicas a través de sorteos, la concesión de los permisos de importación, el manejo de las compras y contrataciones en el Estado, la inversión en el campo y las mipymes.

El modelo implantado por la administración Medina ha penetrado las estructuras sociales de la nación de tal manera que hacerla volver a esquemas anteriores encontraría grandes columnas de resistencia.