Más románticos que nunca: la novela rosa sigue expandiéndose

Más románticos que nunca: la novela rosa sigue expandiéndose

EFe.  Reportajes
La novela romántica amplía sus horizontes. Las editoriales crean sellos especializados, las webs sobre el género se multiplican y crece su presencia en las librerías. La etiqueta de “literatura menor” queda anticuada y los autores en castellano se hacen un hueco en el mercado anglosajón.

Novela romántica, sentimental, rosa o de mujeres han sido alguno de los calificativos para un tipo de literatura que narra las vicisitudes de una pareja para llevar su amor a buen puerto. La capacidad de este género para reflejar los cambios sociales y adaptarse a los gustos de la época le ha granjeado el favor del público, aunque no así el de la crítica. La literatura romántica vive una etapa dorada, en la que parece decidida a desprenderse definitivamente de la etiqueta de “literatura menor”.

Las historias de amor nos han acompañado desde siempre. Muchos cuentos de los hermanos Grimm o Hans Christian Andersen basados en la tradición oral son historias de amor con final feliz. En el siglo XIX, la novela romántica se popularizó, sobre todo gracias a los folletines o novelas por entrega. Su interés por ensalzar o criticar valores sociales y llegar al mayor público posible hizo que, en la mayoría de los casos, no tuvieran un alto nivel literario. Aunque también de este siglo son “Orgullo y prejuicio”, “Cumbres borrascosas” o “Jane Eyre”, consideradas grandes obras de la literatura universal.

La novela romántica española tuvo en Corín Tellado a una de sus mayores representantes durante décadas. En la actualidad, el mercado de este tipo de literatura está copado por escritoras anglosajonas aunque esto empieza a cambiar. La novela romántica actual se caracteriza por incorporar elementos característicos de otros géneros -como la intriga o los fenómenos paranormales-, elaborar complejas subtramas y concebir personajes, aparte de la pareja protagonista, con peso en la historia.

Perdiendo la vergüenza.  En España y Latinoamérica existe cierta “vergüenza” a la hora de admitir que se leen este tipo de novelas según Almudena Gil, directora de Marketing de la división para España, Hispanoamérica y Portugal de la mayor editorial de novela romántica, la canadiense Harlequín.

“Conozco gente que forra los libros para leerlos…  porque no quieren reconocer que leen romántica”, dice Gil. En esto ha tenido mucho que ver la “mala prensa” que ha acompañado al género, según la presidenta de la Asociación de Autoras Románticas de España, Raquel Barco. Para combatir una actitud que “sólo explica la ignorancia” y para dignificar el oficio, nació la asociación que preside.

Barco fue la ganadora del primer premio de novela romántica organizado por una editorial en España. Con el seudónimo de Jezz Burning y una novela romántica paranormal, “Al llegar la noche”, se alzó, en 2006, con el Premio Terciopelo. Esta iniciativa abrió el camino para que otras autoras del país se animaran a presentar sus obras. Poco a poco, las editoriales han creado nuevas colecciones dedicadas a este género e incluido en sus catálogos a autoras de habla castellana. Incluso Harlequín-Ibérica que, hasta ahora, sólo publicaba los superventas de los escritores canadienses y estadounidenses, está a punto de sacar dos títulos de autoras españolas.

 Una mención especial merece la “chick lit”, un subgénero de la novela romántica protagonizada por jóvenes trabajadoras y solteras que cuentan en primera persona y con mucho humor los problemas que enfrentan en su vida personal y profesional, como “El diario de Bridget Jones”.

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