Más sobre el ahorro de energía

Más sobre el ahorro de energía

LEANDRO GUZMAN
Los constantes aumentos en el precio del petróleo en los mercados internacionales nos obligan a retomar el tema sobre el ahorro de energía, precisamente en momentos en que el país sufre prolongados apagones por la pesada carga financiera que resulta el financiamiento de los combustibles.

Es bueno recordar que desde el año 1972, cuando el precio del petróleo pasó de tres a cinco y de cinco a doce dólares en solo tres meses, de octubre a diciembre, hemos venido advirtiendo sobre la necesidad de buscar nuevas fuentes alternativas de energía, porque sin ser adivinos sabíamos que en un país donde no tenemos petróleo en explotación, llegaría un momento en que nuestra economía y el desarrollo del país se verían seriamente afectados por la situación que se presenta ahora.

Hace algunos días, el secretario Técnico de la Presidencia, preocupado por este problema, anunció que el Gobierno concluirá el esperado «plan de contingencia y ahorro energético», pues a su juicio es imposible continuar con los subsidios a los combustibles. En ese sentido, el funcionario afirmó, según se le atribuye en la prensa, que en lo adelante serán los ciudadanos quienes deberán cargar con el sacrificio del costo de los elevados precios del petróleo, cuyo barril ronda ahora por los 75 dólares.

En un país donde la carga fiscal mantiene abrumado al pueblo dominicano, nos parece que imponerle otro sacrificio como el anunciado sería un rudo golpe que incluso podría atentar contra la gobernabilidad democrática, especialmente porque se ignora a cuánto va a subir finalmente el precio del petróleo, que dicho sea de paso es un recurso no renovable en proceso de agotamiento.

Hemos visto que se ha avanzado bastante en la ejecución de proyectos hidroeléctricos, pero hay que admitir que se trata de obras cuya operación final hidroeléctricos, pero hay que admitir que se trata de obras cuya operación final tarda entre cuatro y cinco años, aparte de que solamente generan energía en las horas de mayor demanda.

Sin embargo, es poco lo que se ha avanzado en cuanto se refiere a otras fuentes alternativas de energía, como es la solar y la eólica, a pesar de que como país tropical disponemos casi siempre de abundante sol y de que su zona norte, menos propensa a ser afectada por ciclones, puede ser campo adecuado para desarrollar un gran proyecto a base de energía eólica, bien aprovechada en el continente europeo.

Hay otros pequeños proyectos que bien pueden ser desarrollados de inmediato, como serían lo micro-aéreo generadores, que son pequeños molinos de viento capaces de producir energía suficiente para una vivienda donde no haya derroche. Hemos hablado de que uno de esos equipo, combinados con paneles solares, contribuiría a independizar a miles de usuarios del sistema eléctrico nacional, con lo cual se reduciría significativamente la importación de petróleo.

Hemos observado que cada vez que se habla de soluciones al problema energético solamente se hace referencia a grandes proyectos, que desde luego son muy importantes, pero uno se pregunta ¿qué haremos mientras tanto?

Es posible que alguien diga que proyectos muy pequeños no constituyen la solución, juicio discutible si se toma en cuenta de que juntos, formarían un gran volumen de producción de energía que no requiere petróleo, aparte de que como dice el dicho popular «grano a grano se llena la gallina el buche».

Es posible también que muchos hayan olvidado que cuando Juan Bosch fue presidente, habló incluso de aprovechar saltos en pequeños ríos para llevar no solamente agua a los llanos, sino para producir energía eléctrica. Hay que recordar, además, que fue don Juan quien antes de tomar posesión, como presidente constitucional recién electo, viajó al exterior para buscar financiamiento para las presas de Tavera y Valdesia, que hoy aportan en las horas de mayor demanda una millonaria cantidad de kilovatios-hora, sin utilizar petróleo.

Sabemos que para lograr un efectivo ahorro de energía es necesario un largo proceso educativo a través de todos los medios de comunicación, pues es una realidad que hemos practicado una «cultura del derroche» de difícil erradicación.

El nuevo Congreso que asumirá sus funciones el próximo día 16 debe darle prioridad al tema de la energía, con iniciativas legislativas que, junto con el pueblo y el Poder Ejecutivo, sean viables y estén encaminadas a depender cada vez menos del petróleo, algo que no lleva a las siguientes preguntas:

¿Qué sucederá cuando el galón de gasolina llegue o supere los 200 pesos? ¿Qué ocurrirá cuando los apagones, en lugar de ser diez o quince horas, sean por uno o dos días? ¿Cuál será la reacción de los usuarios de los usuarios del transporte, comercio y de la industria? ¿cuál será la reacción de los usuarios cuando el kilovatio-hora cueste 50 centavos de dólar, que equivaldría a 16 pesos, en lugar de menos de tres que cuenta a lo consumidores menores de 600 kilovatios?.

Esta es la situación que realmente nos preocupa, sobre todo porque hasta ahora nos hacemos ilusiones con proyecto energéticos con apoyo internacional, sin saber a qué ocurrirá con ellos a la larga, como se ha sucedido con México a través del Acuerdo de San José, que congeló los fondos destinados a financiar proyectos de desarrollo en la República Dominicana, sin que podamos hacer nada para hacer que se cumpla. ¿Sucedería lo mismo con Petrocaribe, en algún momento coyuntural de la vida venezolana? Sí, hay que ahorrar energía, pero también tenemos que buscar la forma de arroparnos hasta donde la sábana nos alcance.

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