¡Más sobre el golpe de Estado!

¡Más sobre el golpe de Estado!

FIDELIO DESPRADEL
Este es el tercer artículo sobre el tema del golpe de Estado de 1963. ¿Por qué insisto en este tema, se preguntaran mis lectores y lectoras? Antes de proseguir quiero agradecer la llamada del arquitecto Ocaña, identificándose con mi anterior trabajo.

Insisto en el tema porque el golpe de 1965 marcó el principio del gran cambio de rumbo, para mal, de nuestro país. Y el 28 de abril de 1965 reafirma la voluntad del gobierno de los Estados Unidos y del maltrecho bloque de poder del país, de impedir, incluso con el uso de la intervención militar, que los dominicanos y dominicanas trillaran un camino propio, basado en el desarrollismo económico, cierta justicia redistributiva y la reafirmación de la soberanía del Estado y la libertad de los ciudadanos y ciudadanas.

¡Y si el 25 de septiembre de 1963 y el 28 de abril de 1965, marcan el gran cambio de rumbo, para desgracia de nuestra nación y del pueblo que aquí habita, entonces, las raíces, la proyección y los protagonistas (en el sentido de clases y sectores de clase) de aquellos paradigmáticos acontecimientos, tienen una importancia vital para el presente y futuro de nuestra Nación, y para todas y todos los que queremos: ¡Cambiar el Rumbo!

¡No fue la simple ambición de poder lo que motivó que los socios subordinados del Bloque de Poder de los años finales de Trujillo protagonizaran todos los hechos luctuosos del periodo 1961-65! ¡No! Ellos, como clase o sector social, eran los socios subordinados del Bloque de Poder trujillista. Pero Trujillo era el gran capitán de industria y Trujillo había sido, no solo el agente principal de aquella sangrienta acumulación originaria de capital en la República Dominicana sino su más grande beneficiario.

Manolo Tavárez, el más grande líder revolucionario habido en el país, clamaba por conservar en manos del Estado el gran patrimonio industrial confiscado a Trujillo y sus allegados. E incluso, amenazó con la insurrección popular, como respuesta a la rapiña que desató el gobierno del Consejo de Estado.

Pero para estos sectores subordinados, raquíticos, atrasados, inexpertos, pero con la misma ambición de Trujillo, aquel patrimonio les pertenecía, y nadie, ni siquiera el gobernante elegido con el voto mayoritario del pueblo dominicano, podía osar cuestionar esta propiedad, quizás dictada por «el Dios Celestial».

Aquellos remanentes del bloque trujillista no tenían la vocación industrialista de su jefe. Eran terratenientes, grandes intermediarios y comerciantes. Y solo el minúsculo sector nacional ligado a la industria azucarera, tenía vocación industrialista. Y no solo no tenían vocación industrialista sino que eran enfermizamente pronorteamericanos, contrario a Trujillo, que, por considerar la República Dominicana su gran industria y gran hacienda, recelaba de los yanquis y los mantenía fuera de los cuarteles y de las grandes decisiones económicas y políticas.

Estos sectores sociales tumbaron a Bosch, decidieron, el 17 de diciembre de 1963, que «Manolo no podía bajar vivo de las lomas», y luego se aliaron a los yanquis, no solo para recuperar una cuota de poder que la Revolución de Abril les arranco, sino para, junto a los yanquis, y subordinados a ellos, reconstruir el bloque de poder, profundizando la Dependencia, torciendo el rumbo progresista posible y poniendo al mando al sector financiero, a los grandes intermediarios y a los industriales extranjerizantes.

Esos son los que hoy hegemonizan el actual Bloque de Poder. Los que han tenido todas las oportunidades para construir esta República Dominicana. Y estos son los que expresan todo su atraso, falta de patriotismo y su subordinación abyecta al poder norteamericano, en cada uno de sus actos y decisiones, que, para desgracia de la República Dominicana, son los actos y decisiones que norman la vida del país: En el llamado Congreso, en el Poder Judicial, en la institución de la Presidencia, y, no menos importante, en todas las demás instancias del Poder del Estado (Escuela, Iglesia, los principales medios de comunicación y comunicadores, ONGs, «el gran concertador», las instituciones de «esta democracia» y «esta justicia», en la Junta Monetaria, en el cuerpo de asesores económicos presidenciales, y así una larga lista).

No estoy promoviendo retaliaciones. Esas personas y esos apellidos no me interesan. Pero si me interesa que los sectores perjudicados le arranquen su hegemonía y su poder y su gran capacidad de engañar a toda la Nación. Lo que me interesa es alentar a los sectores subordinados del Bloque de Poder a que defiendan sus intereses; y me interesa que las clases medias y el Bloque Popular, aprendan a acercarse a los verdaderos aliados y a combatir a los verdaderos enemigos. O sea, lo que me interesa es avanzar en la construcción de una propuesta política alternativa, opuesta a la que encarnan los sectores hegemónicos del actual bloque de poder. ¡Con eso basta!

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