Más sobre el hipismo

Más sobre el hipismo

Los momios en la pizarra de apuestas a las carreras de caballos en el hipódromo V Centenario no se comportan como desearían jugadores, dueños de caballos y las autoridades que regulan y dirigen la actividad, ya que de un tiempo acá el descenso es tan notorio que se ha creado la percepción de que el hipismo “agoniza”, “languidece” o de que “está que hace aguas” cual un barco en picada que va al fondo.

Y, con mayor tremendismo, se argumenta que “al hipismo no lo para nadie” ya que aparenta estar en el suelo, no obstante que el hipódromo es regido y administrado por autoridades designadas por el Estado, que no encuentran fórmulas para que opere con equilibrio financiero, en tanto va perdiendo credibilidad y buena imagen por la  mezcla de amor y odio que provoca la dispersión de propósitos que inciden en la actividad del juego deporte.

Una de las instalaciones más modernas, como hipódromo en la región del Caribe, inaugurada el 29 de abril de 1995, con una inversión de poco más de 350 millones de pesos de entonces, fue administrada durante 10 años por la empresa Galápagos, S.A. y al prescindir de continuar con el contrato, su administración no fue nuevamente licitada sino que el presidente de la República, Leonel Fernández, designó un nuevo presidente de la Comisión Hípica Nacional que, a su vez, acogió la idea de administrar el parque hípico, lo que no había ocurrido nunca, que el gobierno se hiciera cargo de la gerencia.

Y en procura de una mejor operabilidad, como se argumentó entonces, el presidente Fernández mediante un decreto dispuso la exención de los impuestos por un año y, posteriormente, se le asignaron partidas mensuales del presupuesto para que se invirtieran los fondos en el fomento y desarrollo hípico, así como en el mantenimiento de la instalación.

Pero en el interregno de ocho años, incluida la efímera gestión de la empresa golondrina extranjera Supers Resort, una de las referentes en una fracasada licitación, han pasado cuatro administraciones y la del gerente Cristian Ottoniel -Otto- Peña, que cumplirá tres años, es cuando la hípica pasa por su mayor crisis financiera, cuando se dejan de pagar, incluso, compromisos y servicios, en tanto se atrasan, por tiempo más de lo prudente, pagos de los premios a los dueños de caballos ganadores, como a los jinetes, empleados y servidores de agencias hípicas, así como de la transmisión de radio y televisión.

¿Y qué pasa en el mundo que todo está en crisis? Uno se preguntaría, pero la verdad que la crisis del hipódromo no podría achacársele a una consecuencia de la crisis que en carrilera como el dominó anda afectando el mundo, aunque hay que admitir que en la hípica mundial, cíclicamente, se producen malos tiempos, por lo que se han tomado medidas, sobre todo en Estados Unidos, en que se ha debido ampliar el espectro de juego con casinos y máquinas tragamonedas, para balancear los beneficios que permiten mantener el negocio del hipismo.

En el hipódromo V Centenario pareciera que se necesita primero, más que esos pasos de avance, el reemplazo de una gestión que ya provoca crispación entre todos los entes hípicos, y con tanta vehemencia lo piden que el propio Otto Peña casi se lo ha planteado, cuando admite en privado algunos errores -como actuar cual isla de poder por ser hijo del ingeniero constructor del metro Diandino Peña- que él quisiera enmendar, también como el mal trato con la prensa hípica y el haber tomado importantes decisiones solo, que aunque lo entiende tarde, en cambio, no se decide por abdicar al puesto de gerente.

En tal caso, si no fuera destituido antes por la eventual acción de cambios que habrán de ser decretados por el presidente Danilo Medina, el propio Otto Peña cree que pueden reasumirse los planes que se planteó al principio, pero que por los ajustes y el desequilibrio económico por el que atraviesa la hípica no se pudieron implementar, como la importación masiva de caballos.

Actualmente el hipódromo tiene un hábitat de alrededor de 300 caballos, según un último censo, necesitándose al menos otros 300 ejemplares que a un costo de 200 mil pesos -al menos 5 mil dólares cada uno- puestos en el área de cuarentena, representaría una inversión global de 60 millones de pesos, distribuidos entre los dueños de caballos con un financiamiento basado en la producción de sus respectivos establos.

Empero, es evidente que en la actualidad y con el enojo de los dueños agrupados en una federación, que ahora preside el doctor Angel -Angelito- Contreras, no estarían en capacidad económica para adquirir caballos, sobre todo porque del hipódromo se han alejado otrora verdaderos inversionistas, que ya no ven rentable mantenerlos.

Esa importación, sin embargo, entra en el campo de la especulación, aunque es una prioridad, como el saldo de deudas del hipódromo arrastradas desde el 2010, que ya va por los RD$43,237,166.11 más 83 mil 647 dólares, de acuerdo con un pliego con los detalles de cuentas por pagar facilitado por el propio Otto Peña, quien al no poder satisfacer todas las demandas de pago es ya objetado por los entes hípicos, quejosos por hacerlo culpable del desajuste financiero que afecta la actividad desde que ejerce la gerencia del hipódromo, que al asumir el jueves 14 de abril del 2010, en el primer cartel de su gestión recibió una apuesta al pool de 619 mil 645 pesos y, en el siguiente cartel, la apuesta descendió a 485 mil 303 pesos y, así, todo el comportamiento ha sido oscilante, siempre en baja, lo que revela que el hipódromo está como aquél caballo “pillado” en la gatera, sin poder salirse de la jaula para su arrancada en pos de satisfacer los anhelos y la pasión de una fiel fanaticada.

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