Lo importante es tener bien claro cómo se han de resolver los problemas y que se fijen bien los candidatos, pues, la intención del voto se ha vuelto loca.

Los medios de comunicación hoy ensalzan uno y mañana lo empalan.

La opinión pública tiene mucho parecido con un tobogán cuesta abajo, es que ésta y la no publicada es demasiado voluble y además muy coqueta, que es más puta que la puta más grande.

La campaña electoral, que ya viene entrando en etapa crucial, tiene visos de una guerra sin cuartel, donde se usarán  todos los recursos, donde todo tendrá cierto valor.

La acusación apañada, el bombardeo consistente al adversario sin ningún tipo de piedad, etcétera. Y nada de esto  se resuelve con afiches, banderolas y muchachada mostrando gorras y banderas en las principales avenidas.

Mientras tanto, avanza la incertidumbre y los ciudadanos siguen entreteniéndose con otras cosas; disfrutan los fines de semana, los días festivos y los puentes semanales que se le presenten, a pesar de que tiene la impresión de que se hallan en la recta final de un año extraño, tal vez convulso, pero nada rutinario y escasamente útil e ineficaz para la clarificación de sus ideas políticas, en cuanto al mejoramiento de sus condiciones de vida.

Ojalá no se pierda otro año para el desarrollo del país.

Ahora, en forma indolente seguimos viviendo la fiesta electoral y a nadie  preocupa que nuestra sociedad premia el pillaje y la mentirá como sistema de supervivencia.

No hay reglas, pero sí impuestos ilegales y permanecemos instalados en la arbitrariedad y en el abuso y seguimos avanzando hacia el desastre; hemos construido hace tiempo la normalidad del escalofrío y pronto, de seguir así, sucederá una catástrofe.