Más sobre el millonario Joaquín Ortega

Más sobre el millonario Joaquín Ortega

Con los años, a regañadientes, Joaquín consintió en aplatanarse un poco. Y fue conciliándose con algunos parientes, y aceptando que sus cuñados, como habría dicho su coterráneo Pedro Francisco Bonó, estaban entrampados en el régimen del cacao, el cual, a diferencia del tabaco, era oligárquico, porque su estacionalidad y la reducida mano de obra en los procesos de siembra y cosecha, creaba un ambiente más distendido y apacible en su entorno, que hacía de algunos jóvenes herederos de grandes plantaciones verdaderos príncipes vacacionantes.

Incluso se hizo más accesible a sus sobrinos, quienes le acomodaron el apodo de “tío J” o sea,  tío Yei, pronunciado en inglés. Hay quien asegura que se casó en secreto, que no convidó a nadie de sociedad o aún de su familia, con una muchacha de origen muy humilde pero que demasiado pronto se transformó en una exigente señora, lo que asustó a Joaquín y la demandó en divorcio.

Pero en lo esencial seguía siendo el mismo cascarrabias que desconfiaba de los que se acercaban, y no cesaba de analizar y criticar las costumbres y los usos de los paisanos de la región y del país, y que gustaba de las anécdotas que reflejaban los achaques y las manías de los dominicanos: no son precavidos ni planeadores; gastan más de lo que ganan; se dejan llevar por las apariencias; ponen candado después que les roban, y en fin. Y con el mismo gusto solía dar consejos a quien quisiera escucharlo, que no eran muchas gentes.

De Trujillo no hablaba nunca, excepto para comentar alguna noticia con una ironía muy fina y con frases incompletas… que si alguien lo contradecía, entonces las completaba de manera conveniente, para no dar lugar a dudas en cuanto a su respeto al Jefe. Sin embargo, a través de sus amigos de “la Embajada”, sabía que “los americanos” no estaban conformes con los recientes coqueteos de Trujillo con los rusos y menos aún con sus intromisiones no autorizadas en la política de Venezuela y de Centroamérica. Pero, además, según se decía, Joaquín tenía un tío materno, con conexiones en los altos mandos militares, que lo mantenía informado de los asuntos locales que jamás aparecerían en los diarios y casi nadie se atrevía a comentar porque en esa época había desconfianza hasta entre familiares cercanos.

Pero como quiera, nuestro hombre continuaba siendo un ser solitario.

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