Más sobre el verdadero santicló dominicano

Más sobre el verdadero santicló dominicano

ROSARIO ESPINAL
Vale repetir que el verdadero santicló dominicano no es el gordo, rojizo, barba blanca, oriundo de Europa, residente en el Polo Norte, que viaja en trineos y se cuela por una chimenea.  Son dominicanos residentes en el exterior que envían remesas a sus familiares durante todo el año, y traen muchos regalos cuando visitan la República Dominicana como ocurre en estos días navideños. Los lazos afectivos y de reciprocidad familiar son el fundamento de estas relaciones económicas y hacen del envío de remesas una variable económica especial.  Es un generador de divisas confiable y crucial, que tiende a persistir a pesar de las dificultades económicas que enfrentan los inmigrantes en los países donde residen.  A su vez, los que reciben las remesas son dependientes de estas ayudas, y se hacen aún más dependientes cuando sus condiciones económicas se tornan más adversas.

Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) divulgado recientemente ofrece una panorámica del perfil de los dominicanos que envían y reciben remesas.

El estudio, basado en una encuesta de 3,000 personas en República Dominicana y 800 en Estados Unidos, realizadas en octubre del 2004 por Bendixen y Asociados, pone la cantidad de dominicanos residentes en el exterior en su estimación más alta: dos millones de adultos nacidos en la República Dominicana que viven y trabajan fuera del país.  Enviarán remesas este año, según el estudio, por $2,700 millones de dólares.

Con esta cantidad estimada de remesas, la República Dominicana ocupa el cuarto lugar con mayor envío de remesas en América Latina y el Caribe, sólo superado por México, Colombia y Brasil; y el tercer país recipiente de remesas per cápita, sólo superado por Jamaica y El Salvador.  El 68% de las remesas se envían de Estados Unidos y Puerto Rico, el 30% de Europa, y un 2% de otros países.

Indica el estudio que 71% de los inmigrantes envían remesas regularmente a la República Dominicana y un 38% de la población adulta dominicana las recibe, alcanzando un total aproximado de 1.2 millones de hogares.

La cantidad promedio de envío es de aproximadamente $150 dólares mensuales. 68% de los inmigrantes envía dinero por lo menos una vez al mes, 69% tiene más de cinco años enviando, 53% envía dinero a más de un familiar, 58% de los que envían son mujeres, y 65% tiene más de 10 años residiendo en el exterior.

Estos datos demuestran que el vínculo económico de los inmigrantes con sus familiares es estrecho, extenso y duradero.  La conectividad social es también significativa: 75% de los inmigrantes habla con sus familiares por teléfono por lo menos una vez a la semana, un 50% de los que viven en Estados Unidos viajan por lo menos una vez al año a la República Dominicana, y 92% son ciudadanos o residentes legales de Estados Unidos.

La mayoría de los familiares que reciben remesas en República Dominicana (69%) tienen salarios de menos de $300 dólares mensuales y  las remesas constituyen una porción importante de sus ingresos regulares.  57% de los que reciben remesas son mujeres, 65% se ha graduado por lo menos de la escuela secundaria, 65% tiene menos de 36 años, y 56% tiene más de tres años recibiendo remesas.  El dinero se utiliza fundamentalmente para cubrir necesidades diarias (60%) y educación (17%).

Estos datos revelan la importancia de las remesas para el presupuesto familiar de muchos dominicanos y la feminización del proceso económico migratorio, con más mujeres que hombres enviando y recibiendo remesas.  Revelan también que en República Dominicana existe una capa social relativamente joven y con cierto nivel educativo que recibe bajos salarios y tiene como una de sus principales fuentes de ingreso las remesas.  Se induce que los principales beneficiarios de las remesas no son fundamentalmente los dominicanos más pobres, sino familias de clase media y media baja que intentan mantener su posición social con las remesas que reciben.

Hoy en día los estudios de migración enfatizan que muchas familias en países de bajos salarios se posicionan para tener familiares en las economías de mayores ingresos y así poder subsistir mejor.  El caso dominicano lo evidencia.

Pero la contribución económica importantísima que hacen los inmigrantes a sus familiares, y a su país de origen, no debe aplazar o desplazar la discusión urgente de cómo aumentar los niveles de productividad y salarios en la República Dominicana.

Porque aunque las remesas se han enraizado en el circuito económico dominicano y constituyen un componente esencial en muchos presupuestos familiares, los círculos migratorios eventualmente se desvanecen, ya sea porque se dificulte la migración o porque los inmigrantes con el tiempo dejen de enviar tantas remesas.  Pero sobre todo, porque ninguna economía es realmente sustentable sobre la base del desempleo y los bajos salarios que son endémicos en la sociedad dominicana.

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