Más sobre la brecha entre la escuela y la juventud

Más sobre la brecha entre la escuela y la juventud

Como vimos en la primera parte de este artículo la mayoría de jóvenes de sexo masculino se quedan fuera de las escuelas y la mitad de sexo femenino. (Datos ofrecidos en el informe de Desarrollo Humano, PNUD 2007 y ENHOGAR 2006).

En la primera parte vimos que no se puede hablar de una suerte de deserción sino en muchos casos de expulsión de los jóvenes de los centros educativos. Esto mismo ocurre con las jóvenes de sexo femenino, aunque con grandes diferencias marcadas por patrones sexistas y de discriminación de género.

La expulsión tiene distintos matices que están permeados por patrones sexistas, así tenemos que en las  escuelas se expulsa a las jóvenes por los siguientes elementos:

a) Inserción en actividades sexuales en la adolescencia.

Las jóvenes que se encuentran en actividades sexuales porque “viven” con los novios son expulsadas de los centros educativos porque son consideradas “adultas” por docentes y directores(as) de estos centros.

Esta discriminación de la joven activa sexualmente que muchas veces se le “sugiere” que pase a la tanda nocturna es una discriminación y una violación a sus derechos a acceder a la educación, además de que es una negación del contexto socio-cultural en que están inmersos(as) los(as) adolescentes.

Los centros educativos al expulsar o “sugerirle” o “trasladar” a las jóvenes a tandas nocturnas generan que muchas jóvenes de edades entre 13-17 años queden fuera del sistema educativo o alarguen su proceso educativo en muchos más años que los que deben cumplir engrosando la población en sobre-edad.

b) Embarazo en adolescentes

La ley de educación prohíbe que las jóvenes que queden embarazadas sean expulsadas de los centros educativos; sin embargo esta práctica se mantiene con mucha frecuencia en muchos centros educativos tanto en la zona urbana, urbano-marginal como rural.

La práctica de expulsión de las adolescentes embarazadas como hemos presentado en un estudio realizado para Profamilia, se encubre con la sugerencia al terminar su curso de “pasar a la tanda nocturna” como ocurre con las que “viven con el novio”.

Otros patrones están referidos al control del cuerpo como ocurre en jóvenes de sexo masculino como son:

c) Uso de cortes de pelo considerados “raros” por el cuerpo docente y directivo

d) Uso de aretes en lugares considerados “no apropiados”

En el sistema educativo se mantiene la expulsión de la joven adolescente por embarazo y por ser activas sexualmente, lo que no ocurre con los jóvenes.

Ningún joven (como vimos en el artículo anterior) es expulsado del centro porque es activo sexualmente o porque está viviendo con la novia, así como tampoco porque ha dejado alguna joven embarazada o es padre.

Lo que muestra una reproducción  muy marcada de patrones sexistas y de discriminación de género en la escuela. Nadie averigua en los centros si hay jóvenes de sexo masculino que son activos sexualmente se supone que deben serlo, así como tampoco si tienen hijos.

En el artículo anterior destacamos cómo todos estos patrones de expulsión muestran la gran brecha existente entre el sistema educativo nuestro y la juventud. Una brecha que se amplía con el tiempo por la poca capacidad que tiene nuestro sistema educativo de cambio de su estructura de relación con el estudiantado de patrones verticales y autoritarios hacia relaciones horizontales y democráticas.

La intolerancia cultural se mantiene con patrones sexistas y discriminatorios hacia las jóvenes y con una gran resistencia a la integración del contexto socio-cultural de la juventud.

Mientras la escuela dominicana (tanto pública como privada) se resista al cambio en sus patrones rígidos de relación con la población joven se mantendrá esta gran brecha que fortalece la desigualdad y la inequidad en el acceso a la educación. 

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