Más sobre la vanidad y la estupidez

Más sobre la vanidad y la estupidez

MANUEL E. GÓMEZ PIETERZ
Las devastaciones de Osorio, fueron el acto de estupidez primigenio que motorizó el oscilante y recurrente péndulo de nuestra historia republicana, entre el caciquismo anárquico de la montonera y la revuelta, y el orden dictatorial y corrupto.

El segundo momento de estupidez, ocurrió con el absurdo y vil asesinato del Presidente Ramón Cáceres. Con el cual se frustró el primer serio intento de organizar y modernizar la república y de sustanciar el Estado Dominicano. Ese aciago acontecimiento hizo exclamar a su ministro de hacienda Don José Dolores Alfonseca: «las balas que segaron la vida del Presidente Cáceres, fueron una serie de disparos dirigidos al corazón de la República». A juicio nuestro, allí comenzó a trillarse el largo camino del advenimiento de «La Era de Trujillo».

El tercer momento de vanidad y estupidez motora, ocurrió cuando el presidente Horacio Vásquez intentó extender su mandato ilegítimamente ignorando que el Brigadier jefe del ejército, Rafael Leonidas Trujillo, conspiraba contra él. Este, accedió a la Presidencia de la República apoyado por el llamado «movimiento cívico» que marchara «triunfalmente» desde Santiago a la Capital para deponer a Horacio Vásquez, y proclamar al General Trujillo, dando inicio a un prolongado y férreo mandato de 31 años que cambió radicalmente la estructura y la organización de la república.

Pese a su absolutismo, y la ausencia de libertades políticas, el Estado, con excepción de su odioso aparato político represivo, fue una concreta y positiva realidad en la que todos los servicios públicos e instituciones sociales operaron con suma coherencia y eficiencia. Nadie se atrevió a particularizar la función pública en su propio beneficio. ¡Excepto naturalmente el del propio Trujillo!

El cuarto momento de estupidez motora, lo sitúo en la conspiración que condujo al absurdo golpe de estado contra el gobierno legítimo de Don Juan Bosch en septiembre de 1963, apenas siete meses después de su inauguración. Con ello, se cumplieron los temores expresados en Caracas por los Presidentes Rómulo Betancourt y José Figueres en el sentido de que con el derrocamiento del régimen de Trujillo, se produciría un vacío de poder que exigiría el establecimiento de un fideicomiso apoyado por tropas extranjeras. Los exilios de Joaquín Balaguer y Juan Bosch. produjeron el temido vacío de poder que desató la guerra de abril y la tercera ocupación militar norteamericana.

m.gomezpieterz@yahoo.com

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