Sin formación política alguna y por consiguiente, sin ideario y mucho menos principios, Jhonny Abbes despotrica contra todos, especialmente contra Balaguer y Ramfis, el hijo mayor y mimado de El Jefe, que le profesaba ojeriza por el protagonismo e influencia que Johnny consiguió con su progenitor, solo equiparable a la que disfrutó entre 1950-56 Anselmo Paulino Álvarez.
Los excesos más aberrantes de su paso por el poder son deformados, acotejados, expuestos con convencional amnesia, intentando escabullir su responsabilidad directa en cada uno de los hechos de sangre que jalonaron su estela ominosa el frente del temido SIM.
El valor de las Memorias de Johnny Abbes radica en los testimonios aunque someros, que delinea en los momentos postreros de la tiranía infame que acogotó las libertades públicas en nuestro país por 31 años. Sus vanos intentos de evadir responsabilidades en el atentado criminal el presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, acción abominable relacionada con la cual denota su escasa disuasión, si la hubo, para que el generalísimo desistiera de una locura ingente, que a la postre, en conjunción con factores como la triple expediciones de junio 14 y 19 de 1959, el espantoso crimen de las hermanas Mirabal y la conspiración de enero 1961, entonaron el canto del cisne de la satrapía.
Orlando Inoa concretiza un aporte importante con la publicación de las Memorias de Johnny Abbes, pero sobre todo, suscribiendo acotaciones en muchos casos con el soporte de las referencias, que desnudan y desmienten el intento de manipular la historia. De manera que el valor del libro se bifurca en los testimonios, aunque amañados, de su autor, y la verdad de los hechos aportados por Orlando Inoa.
Si el propósito de Johnny Abbes con publicar sus memorias persiguió su justificación, erró, porque a 41 años, el concepto de las gentes sensatas, no solamente es el mismo del original.