Más sobre los asesores extrapartido

Más sobre los asesores extrapartido

RAIMUNDO TIRADO
En una entrega anterior nos referimos a la influencia de los asesores extrapartido en las organizaciones políticas,  en los candidatos presidenciales y en los gobiernos. Por la importancia del tema, vamos a profundizar un poco más en él.

Es indudable que los asesores especializados ocupan un lugar importante en la agenda de todo líder, incluyendo los candidatos presidenciales. Sus conocimientos son necesarios en el debate de las estrategias y los programas que pondrán en práctica los partidos desde el poder.

Se debe tener, sin embargo, mucho cuidado en el manejo de estos asesores, porque si bien es cierto que ellos dominan los fundamentos relativos a su especialidad, también se debe reconocer que ellos no son  duchos en el manejo del quehacer político, por lo que sus opiniones deben ser bien ponderadas por la dirección de gobierno y asesores políticos, para ver cuáles implicaciones pueden tener las mismas en el seno de la sociedad.

Con frecuencia los asesores técnicos  ponderan de manera fría las medidas a tomar por un partido o gobierno, sin reparar en las repercusiones que las mismas pueden provocar, y muchas veces llevan a los responsables de aplicar las medidas por el camino del error, y a un costo mucho mayor que el beneficio. En ocasiones los asesores técnicos llegan a tener un gran poder de decisión en las campañas políticas y en las propias decisiones políticas, con lo cual desvirtúan su esencia.

Ya habíamos comentado que el líder o gobernante con madera de estadista no crea dependencia de los asesores técnicos, sino que escucha y discute sus opiniones y las somete al escrutinio de su equipo político, antes de ponerlas en práctica. El verdadero estadista tiene el tacto de escuchar las diferentes opiniones políticas y técnicas sobre los temas importantes, y no toma decisión al instante, sino que se da un tiempo para reflexionar acerca de ellas en la intimidad de su alcoba, y «en consulta con su almohada», fuera del calor de las discusiones.

El gobernante elegido con el voto mayoritario tiene que mantenerse en sintonía con su pueblo. Para eso debe aprender a reconocer y sentir los latidos del corazón del pueblo. Debe siempre tener a su lado a asesores sabios y con experiencia en el manejo de los asuntos políticos y de Estado, que le ayuden a tomar medidas sabias y sanas que no perjudiquen a ese pueblo que depositó en él su confianza.

El gobernante estadista no permite que la influencia de los asesores técnicos sea siempre mayor que las de su equipo político, al momento de la toma de decisiones. Aprende a utilizar el fiel de la balanza para evitar que la influencia de un solo lado eche a pique su obra de gobierno, como ha ocurrido con varios gobernantes nuestros en el pasado.

Y lo peor de todo es que, una vez se pierde el poder, el descrédito lo recibe la organización y los dirigentes políticos que postularon al gobernante que sale, mientras que a los asesores técnicos responsables de muchos errores y medidas impopulares, nadie los menciona, ni les pide cuenta. Por eso es muy cómodo para ellos recomendar en frío, y a los políticos que se los lleve el mismo demonio después.

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