Más soldados, menos ceremonia de apertura y quizás menos lluvia

Más soldados, menos ceremonia de apertura y quizás menos lluvia

LONDRES, (AFP).- A nueve días de la inauguración de los Juegos Olímpicos, los organizadores tuvieron que volver a revisar sus planes, este miércoles, con la llamada de 2.000 soldados más en calidad de reservas y una reducción de la ceremonia de inauguración.

El ejército, al que se ha recurrido después del fracaso de la empresa privada de seguridad que tenía que suministrar 10.400 agentes para vigilar los Juegos, fue de nuevo llamado: además de los 3.500 soldados suplementarios que se pidieron la semana pasada, tiene ahora que dejar 2.000 en reserva, para cubrir cualquier eventualidad, por ejemplo un nuevo incumpliento de la empresa G4S.

El patrón de G4S, Nick Buckles, que tuvo que explicarse el martes ante los diputados, declaró entonces que esperaba facilitar 7.000 efectivos de aquí a los Juegos, reconociendo que no está seguro de que el personal formado por su empresa vaya a cumplir los compromisos en la fecha prevista.

Al menos 17.000 militares estarán en funciones relacionadas con los Juegos Olímpicos (27 julio-12 agosto), lo que supone la mayor movilización que ha tenido lugar en el Reino Unido en tiempo de paz, para un total de 40.000 personas trabajando en la seguridad del evento.

«No tiene que haber ninguna duda sobre ello, vamos a hacer todo lo que sea necesario para garantizar la seguridad de los Juegos», prometió el primer ministro David Cameron a la cadena ITN, durante una visita a Afganistán.

La seguridad no es el único motivo de preocupación de los organizadores. Ahora han anunciado que la ceremonia de inauguración de los Juegos, el viernes 27 de julio, tiene que ser recortada para dar tiempo a los espectadores a llegar al último metro o al autobús.

«Hemos tenido que tomar la dura decisión de cortar una pequeña parte del espectáculo, el de las acrobacias de bicicleta», explicó un portavoz. Durante esa ceremonia, que empezará hacia las 20h00 GMT y terminará entre las doce de la medianoche y las doce y media, el césped del estadio Olímpico, con una capacidad de entre 80.000 espectadores, va a ser transformado en un paisaje bucólico inglés, con praderas, ríos, vacas y ovejas.

La hora del último tren se retrasó a las 02h30 de la madrugada, pero la red tendrá que absorber en esas dos horas el flujo de espectadores.

Los transportes públicos londinenses, a menudo con problemas y al límite de la congestión, están considerados como uno de los principales talones de Aquiles de los Juegos. Pero no todo son malas noticias, también se supo este miércoles que los Juegos Olímpicos han tenido un impacto positivo en la tasa de desempleo, que en mayo bajó al 8,1%.

Las previsiones meteorológicas también fueron positivas: después de un inicio de verano muy malo, marcado por la lluvia, Inglaterra debería contar con «condiciones más normales» a partir de la próxima semana.

Curiosamente, el libro práctico de 154 páginas diseñado por el British Council para ayudar a los atletas a expresarse en la lengua de Shakespeare calla con respecto a la meteorología. Ni una palabra para señalar cómo quejarse del mal tiempo o cómo comprar un paraguas.

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