Más vale tarde que nunca

Más vale tarde que nunca

Quince años después, inflados a más no poder sus costos y deteriorados en extremos los ríos Ozama e Isabela, el proyecto para desalojar sus riberas y reubicar las familias que las habitan vuelve a la carpeta de planes del Gobierno con un presupuesto estimado en US$600 millones.

El arquitecto Joaquín Gerónimo, presidente del Consejo Nacional de Asuntos Urbanos (CONAU), un organismo en extinción, habló de la magnitud de este proyecto, que incluye, entre otras cosas, construcción de al menos dos mil apartamentos, parques, avenidas y otras facilidades. Entusiasma el hecho de que se haya vuelto la mirada hacia el estado de estos acuíferos que languidecen por la contaminación y la sedimentación.

Un proyecto de la magnitud y alcances del que comentamos deberá tomar en cuenta elementos como la alta concentración industrial en las riberas de estos dos ríos, la contaminación química que vierten las mismas y el deterioro de las cuencas altas debido a la deforestación y el mal manejo. Más que la vocación turística y urbanística de las transformaciones, hay que ver los aspectos ambientales y ecológicos implícitos en el deterioro de estos ríos. Vale la pena transformar las periferias aguas abajo y mejorar las condiciones de vida de la gente que habita allí, pero hay que  mejorar aguas arriba. De todos modos, más vale tarde que nunca.

A tono con los tiempos

El país, que paulatinamente se ha ido quedando sin ríos por causa de la depredación  forestal, necesita adoptar medidas firmes y tajantes para proteger sus reservas ecológicas y ampliar el inventario de zonas protegidas. En ese contexto, la sugerencia que hace el biólogo estadounidense Edward Osborne Wilson está a tono con los tiempos que vive el mundo, y particularmente las regiones tropicales más vulnerables ante el calentamiento global y otras adversidades.

Bajo las condiciones actuales, el énfasis debe ser puesto en ensanchar el inventario de áreas protegidas para evitar que las adversidades provocadas por los cambios climáticos atenten contra recursos de flora y fauna. Es necesario expandir nuestras disponibilidades de bosques húmedos, recuperando aquellos que han sido abatidos por la mano del hombre e incorporando zonas factibles. Debemos acoger esta recomendación a tono con los tiempos.

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