Masacre en el puente Duarte

Masacre en el puente Duarte

RAFAEL VENTURA
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Aquella escena fue endemoniada. Dantesca. Primero llegaron los aviones Mustang P-51 y “vampiros”. Hicieron vuelos rasantes de observación. Ante los ruidos ensordecedores de los motores aéreos la multitud contestaba con algarabía: “No tenemos miedo”. Después de volar en círculos, los aviones vinieron de sur a norte disparando sus ametralladoras contra la multitud confundida y sin comprender los que sus ojos contemplaban, mientras caían herida de muerte, y cuando salimos del asombro buscábamos el refugio que no existía en ese terreno abierto.

Los que logramos sobrevivir del nutrido fuego aéreo fue gracias a que a un lado de la rotonda del puente Duarte había un almacén de postes de luz de la Corporación Dominicana de Electricidad, y en sus grandes pilas nos refugiamos. Siempre avisores de por dónde atacarían los aviones, que usaban como táctica acelerar los motores, provocando un ruido ensordecedor, que confundiera a los combatientes, abandonaran los refugios, y en terreno abierto fueran un blanco seguro.

Los que permanecimos allí impotentes, sin las armas adecuadas que sirvieran de respuestas al nutrido fuego aéreo, sólo nos limitamos a socorrer los heridos y a recoger los muertos. Humildes hijos del pueblo y militares de rangos bajos, que mancomunadamente ofrendaron sus vidas para perpetuar el anhelo  de la libertad y de justicia social por el que históricamente lucha el pueblo dominicano.

Aquella escena dantesca de los cadáveres amontonados en el interior de una pequeña oficina de una bomba gasolinera que existía en el lado norte del puente Duarte, destrozados por las balas de acero de los aviones de guerra, algunos irreconocibles, me traumatizó por siempre. Y me indigna aún más cuando pienso en los responsables, militares y políticos populistas, que jugando a la guerra”, pusieron de “carne de cañón” a la población; cuando vieron la cruda realidad huyeron del lugar de combate, dejando al pueblo a merced del enemigo, sin dirección. Se refugiaron en embajadas extranjeras, o simplemente, después, de su cobarde y sanguinaria acción, regresaron a entregarse a sus cuarteles, donde fueron hecho presos, algunos altos oficiales fueron liberados por las negociaciones que puso término a los combates y posterior instalación del Gobierno Provisional de García Godoy.

INDECISION DE CEFA

El CEFA no tomó el lado oeste de la ciudad capital, luego de haber diezmado a sangre y fuego el principal bastión de resistencia, como fue el puente Duarte, porque se formó una apreciación equivocada de la resistencia de los rebeldes constitucionalistas. La falta de un plan militar en el teatro de operación quedó patentizado en que no tenía inteligencia militar que informara a los mandos sobre la realidad de la resistencia rebelde y el confuso apoyo de la población, después del mortífero ataque al puente Duarte.

Esta apreciación equivocada se convirtió en un costoso error que paralizó el avance del CEFA; y fue aprovechado por los rebeldes constitucionalistas, después de la entrada en combate de Montes Arache y sus valerosos “hombres ranas”. El efecto psicológico de la acción de los legendarios “hombres ranas” tuvo un resultado positivo sobre los hombres que defendían la dignidad y el decoro, ya que se reagruparon, se organizaron en comandos” y se apertrecharon de armas frescas, luego del asalto de la Fortaleza Ozama, lo que les elevó aún más la moral de combate.

Si el CEFA enlaza su decidido ataque aéreo con un aún más decidido avance sobre el lado oeste de la ciudad, la historia se contara diferente. El error de apreciación se convirtió en miedo, a pesar de que disponía y de numerosos efectivos frescos, con numerosas piezas de artillería modernas de mayor poder de fuego, con un mando aguerrido y experimentado, como los coroneles Ramiro Matos, Beachamps Javier, Wessin y Wessin, Pichardo Gautreaux, Bienvenido Pérez y otros oficiales. Un comando de efectivos de infantería del CEFA, dirigido por Beachamps Javier, fue lo único que avanzó hacia “el otro lado” del puente, llegando hasta la Duarte con París, donde dos guardias “carapintadas”, armados de una bazuca inutilizaron un tanque ligero de los rebeldes.

Beachamps Javier fue obligado por el fuego de la resistencia a retirarse “al otro lado”, siendo herido en combate, mientras los blindados se desorientaron de tal manera que dos tanques AMX-30 andaban “vagando” por calles de la parte alta de la ciudad. Siendo uno de éstos tomado por un grupo de combatientes, que amanecimos pacientemente, con bombas molotov, en la azotea de una casa al lado del desaparecido cine Trianón, en la avenida Teniente Amado García Guerrero, por donde era obligatorio que tenía que pasar, en ruta a su base al lado del Palacio Nacional. Ese tanque de guerra se usó para el asalto a la Fortaleza Ozama y permaneció inutilizado durante toda la Revolución en el parque Independencia.

COBARDIA Y PERVERSIDAD

El acto de colocar a la población y algunos fusileros del Ejército, sin las armas apropiadas para el combate, más el abandono del mando militar, dejando a los combatientes sin dirección, fue un acto tan cobarde y sanguinario, que casi medio siglo después del acontecimiento, a pesar de que se ha hablado tanto de la guerra, se han hecho tantos seminarios y simposios, tantos “héroes” han facturado bien por “su servicio a la patria”, nadie ha analizado concienzudamente, no han aparecido los responsables, a pesar de que previo al sanguinario genocidio de “los hijos de Machepa” desfilaron por las cámaras de la televisión oficial, en un show de pan y circo, arengando al pueblo a que se presentara al puente Duarte… “Y entonces -como dice el Poeta Nacional, Pedro Mir- caiga el peso infinito de los pueblos sobre los hombros de los culpables”.

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