Con la anuencia del presidente Barack Obama, uno de los gobernantes más temblorosos e indecisos que ha gobernado Estados Unidos, el premier israelí Bibi Netanyahu masacra la Franja de Gaza, ocasionando más de 180 muertos, más de 1,500 heridos, desplazamientos de más de diez mil palestinos obligados por el Ejército sionista a abandonar sus hogares.

La excesiva represalia israelí es una respuesta a tres jovencitos judíos secuestrados el doce de junio y encontrados muertos el día primero de este mes, asesinados en Cisjordania, decidiendo Netahanyahu motu propio, y sin una investigación previa, que los culpables de los crímenes eran células de Hamás, no castigar a Cisjordania, sino a la Franja de Gaza, la prisión abierta más grande de la historia de 360 kilómetros cuadrados donde se hacinan 1.3 millones de palestinos, acorralados por tierra y mar por militares sionistas.

Co-responsable de esta nueva atrocidad contra la población civil indefensa palestina de Gaza es el presidente Obama, porque en vez de intimar a Bibi detener la masacre, se decantó por el derecho de Israel a defenderse ante los ataques de Hamás, omitiendo el derecho que asiste a los palestinos de Gaza y Cisjordania de disponer de un hogar nacional.

Gaza experimenta amenaza de inminente invasión por los blindados israelíes, que es parte de la estrategia de desgaste planificada por todos los primeros ministros israelíes con la intención luciferina de rendir la causa palestina y conformar un solo Estado dominado por los judíos.

Hamás no ha bajado la ofensiva insistiendo en enviar misiles de corta distancia hacia el Estado de Israel y condiciona deponer su actitud exigiendo el final del bloqueo que mantienen los sionistas y liberación de una parte de los más de cinco mil presos palestinos.