“¡Masculinicidio!”

“¡Masculinicidio!”

Píndaro y Manolito llevan horas tratando de buscar una explicación a las vagabunderías que sus congéneres vienen haciendo con sus compañeras de vida… ¡No encuentran una razón válida para tanta falta de conciencia ni para los excesos que se cometen a diario!

En todos los diarios, tanto digitales como impresos o radiales, la nota resaltante y, al mismo tiempo altamente discordante, la dan los llamados feminicidios… Golpes en las calles… Golpes en los hogares… Golpes delante de los hijos… Asesinatos en habitaciones… Asesinatos en los cañaverales…

Todavía ‘chocado’ en su interior, Píndaro no sale de su asombro al leer cómo un desalmado es capaz de pagar a un tiguerazo para que le ‘encamine a su mujer’ hasta un punto determinado y, una vez allí, él personalmente pegarle un tiro…

Manolito, tratando de calmar a su enllave, le calma su ansiedad y deseos de agarrar a dos o tres por ‘el cocote’ comentándole una nueva filosofía de vida que puede ser, quizás, la clave de dar una clarinada a todo el desborde de sinsabores que nos viene arropando constantemente en estos últimos años…

“Oye Píndaro –expresa Manolito-, siempre me he cuestionado el porqué en los medios de comunicación hacen tanto hincapié en el término ‘feminicidio’ y se esfuerzan en ignorar lo que debiéramos desde ahora llamar y requeté-martillar ‘masculinicidio’ y así detener esta cacería de brujas contra la mujer dominicana…”.

Y continúa… mientras va calculando cada una de sus palabras… “Desde que tengo uso de razón, en el mundo existimos ‘el hombre’ y ‘la mujer’… Un desenfreno, con expresiones extremistas, ha fomentado los términos ‘el macho’ y ‘la hembra’, degradando la existencia de ambos hasta los límites más profundos donde sólo tienen cabida los animales… Como ellos, muchos de nosotros tratamos de luchar por escalar posiciones para socavar al otro, o a la otra…”.

Píndaro, espantado como si hubiera ingerido cinco tazas de café seguidas, exclama: “Cada día veo cómo las mujeres se esfuerzan en superarse y nosotros, ‘los hombres’ seguimos comiendo yerba porque –pensamos- ‘siempre se pica algo’… En los últimos años, los hombres venimos barajando y posponiendo caminos que nos permitan superarnos, mientras las mujeres tienen un horizonte claro de que no sólo es el sexo lo que prima sino un cerebro bien puesto… Un cerebro que le garantice salir adelante en un futuro que a nosotros, por lo que veo, nos cogerá ‘asando batatas’ si seguimos comiendo gofio, como hasta ahora lo venimos haciendo…”.

“Ahí mismo está el problema –expresa Manolito-, nos estamos concentrando en ser más machos que hombres, mientras la mujer es más mujer que hembra… Ahí veo la brasa ardiente de las relaciones que hoy día están llevando a desgracias continuas… Ahí se amparan las falsas creencias de que las hembras tienen niveles de credibilidad en menos grado que los hombres… Ahí radican las tendencias a fomentar la promoción del término ‘feminicidio’ y a esconder ‘bajo la manga del incrédulo’ la verdadera significación del ‘masculinicidio’…

“Es que, ahora soy yo el que no estoy entendiendo… –replica Píndaro-… ¿Y cómo entiendes tú que debería significarse el ‘masculinicidio’?”

Al minuto, Manolito le responde: “Para mí, el término ‘masculinicido’ debe ser aplicado al asesinato que comete el hombre con su propio ser y existencia, al creerse con derechos para poder exigir comprensión cuando no la da… Al degradarse y matar su propia existencia, mientras intenta anular la existencia de su compañera con hechos sin derechos, con irrespetos sin respeto para ello… con una verdad basada en la equivocación de criterios… Es, lo más reciente y real con relación al feminicidio.”

 

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