En nuestro sistema de habla, la mayoría de las palabras portan una entonación o refuerzo de la elevación del tono de la voz, que destaca una sílaba de los demás componentes de cada término o al segmento al que corresponda. Decimos sílaba para concentrar el fenómeno de la emisión de vocablos o el segmento al cual corresponda: -canción, además, sal/u/d, con concentr/a/r, con refuerzo en la última sílaba; -túnel, frágil, loza, con refuerzo en la penúltima; y -las esdrújulas y sobresdrújulas que portan dicho refuerzo en una sílaba anterior a la antepenúltima sílaba.
(Nota: Las sobresdrújulas se forman con la colocación de uno o más pronombres enlazados a la parte final de un verbo: explícase-lo, demuéstre-se-me-le. También algunas esdrújulas: díselo.
Esto no quiere decir que a todas las palabras de una o de más sílabas se les marque una tilde, pues las reglas de acentuación determinan claramente a cuáles voces se les destacará con la tilde, nivel ortográfico, el refuerzo espiratorio de la voz para la precisión del contenido del mensaje.
Digamos, así, que hay voces, o buena parte de ellas, quizás la mayoría, que siendo agudas o llanas, no es necesario, en el orden ortográfico, cargarles la tilde. Revisemos:
-agudas de una sola sílaba: pan, sal, bien. No obstante, en casos de excepción /qué/ /cuánto/, /quién/, /cuándo/, /dónde/, se recomienda marcarlo, aunque el término tenga pluralidad de sílabas. Esto, para evitar ambigüedad. Vale decir, cuando haya un desempeño como exclamación o interrogación. Esa tilde, de utilidad, se denomina acento diacrítico. Ya lo veremos.
-Llanas o breves, con refuerzo tónico en la penúltima sílaba, se les marcará cuando terminen en una consonante como /m/, /d/, /p/ /z/: memorándum, grácil, nácar, féliz…
No colocaremos tilde en palabras llanas o graves que finalicen en /n/, /s/, o en /vocal/: amada, enamorado, creces, distinto, avenida, coman.
Es bueno tener en cuenta que algunas voces se escriben igualmente: /coma/ del verbo comer, y /coma/, signo de puntuación, son formas idénticas, casos que es práctico que diferenciemos su empleo en el discurso. Si descuidamos eso, podríamos “decodificar” el mensaje erróneamente y desviar el empeño real del emisor.
Sin embargo, existen palabras con idéntica escritura, pero no con la misma pronunciación: término /termino/ terminó. Debemos distinguir cada uso.
Hay, pues, un cuadro al alcance de nuestra capacidad para aplicar los códigos de la lengua en diversas áreas y vertientes: código oral y código escrito. Esto es muy sencillo; pero, a ratos, nos sorprenden desubicados.
Debemos considerar que, en la materia, no todos los casos están resueltos, y que el empleo de nuestra habla nos impone mucho todavía.
Por ejemplo: el acento diacrítico. Lo veremos pronto. Ya que, en orden de normativas y manejo del lenguaje, nos quedan tareas por delante.