Masoquismo político

Masoquismo político

República Dominicana podría ser asumida, para fines de análisis, como una mesa de tres patas. El tablero del mueble vendría a ser el pueblo, sus conflictos sociales y la economía. Las patas son el empresariado, la iglesia católica y los militares (policías incluidos). Ellos explotan, entretienen o reprimen, según el caso.

La mesa, además, tiene una riostra que trata de mantener firmes entre sí a los soportes. Ese es el poder de Estados Unidos. Un mecanismo de ebanistería política «made in USA» trata de evitar que la mesa empiece a cojear o se desplome ante los problemas en alguna de las patas o en todas.

Esa analogía luce evidente, ¿cómo es posible entonces que un gobierno como el actual se haya empeñado en debilitar cada una de las patas de esa mesa, como si quisiera colocarlas al borde del colapso? Imbuido de una voracidad fiscal y de unas ansias de riqueza personal extraordinarias, este grupo gobernante ha agredido de todas las maneras posibles a quienes debían ser sus principales aliados. El masoquismo político nunca se había visto tan bien representado.

El gobierno no sólo ha aumentado los impuestos a los empresarios sino que se los han exigido por adelantado sobre unas ganancias que nadie sabe si en realidad van a tener lugar. Eso para no mencionar las constantes acusaciones de evasores de impuestos y ladrones de energía que les endosan desde el Palacio Nacional.

La pata ideológica de la mesa, la iglesia católica, nunca había recibido tantas provocaciones de un gobierno como de este. Eso para no mencionar las estupideces de funcionarios que se han visto obligados a desdecirse. Revisemos la historia dominicana y encontraremos un ejemplo de excepción durante los estertores de la tiranía trujillista. Resulta absurdo que un gobierno dirigido por un católico ferviente cometa la insania de provocar a una institución que ha sobrevivido a poderes mayores y más violentos. ¿Ganarían algo con eso? No, por el contrario. Esa es una apuesta en la que no hay ganadores; es una situación de perder o perder.

Los guardias y policías parecen ser la pata de la mesa en la que estarían cifradas las esperanzas de continuación de este grupo gobernante. El tajo del presupuesto nacional entregado a militares y policías, más allá de todo lo previsto, parecía buscar el control político de esa fuerza. Pero lo que los gobernantes no parecen haber tomado en cuenta es la mentalidad progresista del Ministro intelectual. Además, los uniformados han acordado tácitamente entre sí un protocolo de sucesión para evitar enfrentamientos como los de 1965 y de 1978. No hay que olvidar que el presidente Hipólito Mejía organizó durante el gobierno del doctor Leonel Fernández un equipo de centenares de oficiales superiores que trabajaron para que su ascenso al solio presidencial fuera suave y aceptable para todos. Y lo logró. Hoy como ayer, un gran grupo de oficiales superiores espera por su turno para asumir el escalafón que la práctica y el protocolo tácitamente acordado ha establecido. De esta manera no se desarrollarían contradicciones antagónicas entre los militares que pudieran llevar a otros derramamientos de sangre por culpa de los políticos. Así que si los reeleccionistas creen que los guardias y policías van a enfrentarse o a reprimir al pueblo para preservar sus privilegios, están muy equivocados.

Por su parte, la riostra del poder norteamericano vigila de cerca para que la mesa no se desestabilice en momentos de crisis como el que se está viviendo en este país. Con un Haití encendido por los cuatro costados, lo menos que necesita la región del Caribe es que en República Dominicana se movilice el pueblo como ha sabido hacerlo en otras ocasiones. No importa la sumisión demostrada por el actual gobierno, las opciones presidenciales son también afines al poder del Norte por lo que los intereses de Estados Unidos no están en peligro con un nuevo gobierno.

Los funcionarios actuales parecen desconocer que los buenos gobernantes tratan de conciliar intereses con las tres patas de la mesa para que la estabilidad de la nación se mantenga y se fortalezca. Pero los actuales administradores del Estado no han logrado hacer coincidir el bate con la pelota y se les ha hecho tarde para reparar todo el daño creado contra los que debieron haber sido sus mejores aliados. Si hubieran sido inteligentes no habrían actuado así. Pero eso sería mucho pedir.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas