COLOMBO (AFP).- Por lo menos 64 personas perdieron la vida ayer, jueves, en Sri Lanka en el atentado más mortífero registrado en los últimos seis años, haciendo aumentar los temores de una guerra abierta, pese a que el gobierno aseguró rápidamente que el proceso de paz sigue en pie.
No es una declaración de guerra sino un acto terrorista. En lo que respecta al proceso de paz y al alto el fuego, siguen en vigor y tenemos que volver a examinarlos, declaró el portavoz del gobierno para asuntos de Defensa, Keheliya Rambukwella.
El ejecutivo esrilanqués acusó inmediatamente a los Tigres para la Liberación del Eelam Tamil (TLET) de estar detrás de este atentado contra un autobús repleto de campesinos, lo que los separatistas no sólo lo han desmentido sino que han condenado.
Pocas horas después del atentado, el ejército lanzó en represalia ataques aéreos y de artillería contra posiciones tamiles en el noroeste, indicaron fuentes militares.
Cincuenta y ocho personas perdieron la vida en la explosión del autobús repleto de pasajeros al detonar una mina antipersona, y otros seis heridos murieron al llegar al hospital, según fuentes oficiales. Unos 40 heridos fueron hospitalizados.
Es el atentado más cruento desde la explosión de un tren en julio de 1996, en el que murieron 70 personas.