Matan niño cinco años en tiroteo

<p>Matan niño cinco años en tiroteo</p>

POR LLENNIS JIMÉNEZ
Un niño de cinco años fue alcanzado, ayer, por un proyectil en la puerta de su casa, el cual entró por el ojo izquierdo y le traspasó la cabeza, en un enfrentamiento ocurrido entre vendedores de drogas en el sector 27 de Febrero.

La víctima es Carlos Javier García Abreu, al que los vecinos tuvieron que costearle los gastos fúnebres, debido a sus padres no tenían los medios para pagar los costos del velorio.

Los enfrentamientos y balaceras del sector 27 de Febrero han causado la muerte de tres personas en menos de 15 días y heridas a otras tres.

El dolor por la partida de Carlos Javier fue notorio en toda la vecindad de la casa de sus abuelos, en el ensanche Espaillat, donde su cadáver fue velado.

Su madre Yudelka Abreu, lloraba desconsolada mientras se repetía una y otra vez, cómo sucedió, ya que la tragedia pasó cuando estaba en casa de sus padres.

Los residentes del sector aseguran que los vendedores de drogas de la calle 15, entre las calles 8 y Respaldo 8, burlan a la policía en los callejones y se esconden en la zona conocida como El Hoyo.

El padre del niño, Jorge Alejandro García, contó que el pequeño le ayudaba a acomodar la ropa en el armario y al escuchar la gente corriendo, salió. De inmediato, él oyó el estruendo del disparo que mató a su hijo.

Pero otra versión afirma que el tiro lo realizó a las 10:45 de la noche un policía desde un motor, uno de los que acostumbran a perseguir a los delincuentes y dispararle en medio de la multitud desde la parte alta del sector.

El abuelo del niño, Francisco Javier García, desconsolado no hacía más que demandar de la Policía Nacional y la secretaría de Interior y Policía, indagar las circunstancias y dar con el responsable de la muerte del menor. Ya tiene la primera pista. El teniente policial Nelson, que estuvo en el sector, le aseguró que tiene el casquillo del proyectil que acabó con su nieto y le dejó sus teléfonos para fines de localización.

Su padre, que apenas recibe el sueldo de portero de un colegio, se resistía a despegarse del ataúd de su hijo, que cerró sus ojitos cuando la noche parecía más oscura, bajo una pertinaz llovizna.

Con el dolor apretándole el pecho, Alejandro contó lo poco vio. Se le nublaba la vista al decir que le quitaron uno de sus cuatro hijos.

“Quiero que se investigue el caso”, manifestó el compungido padre, al que ninguna autoridad había visitado en la mañana de ayer para indagar el hecho. El colmo de este caso es que el agente policial se atrevió a someterlo a pruebas, haciendo saber que es el primer sospechoso de la muerte de su hijo.

La gente sabe que el sector 27 de Febrero se ha convertido en “tierra de nadie” y que la Policía Nacional destina escasa seguridad, esporádicamente. Hacen doce días fue asesinado en un colmado Iván Gabriel, esposo de Jennifer Valerio, junto al policía Jaime, con quien consumía bebidas alcohólicas.

MÉDICOS DESAHUMANIZADOS

Carlos, alegre y travieso como todo niño, empezó a morir en los brazos de su padre. Alejandro tuvo que llevarlo al hospital Moscoso Puello en un motor, pero fue transferido al Darío Contreras, argumentándosele no tener los equipos para atenderlo.

En el Darío las pasó todas. Antes de intentar salvarle la vida, una doctora que estaba de turno el domingo, en la noche, le solicitó que pagará una radiografía de RD$1,500, sin embargo, al hombre le faltaban RD$200.

Contó que el pequeño falleció sin ser sometido a cirugía y que el especialista que despertaron a eso de las 12.00 de la noche, se molestó al enterarse de que la radiografía no estaba hecha. Con su hijo moribundo, Alejandro tuvo que gestionar sangre y cargar al niño de un lado a otro por la falta de camillero.

En el Darío, el niño fue dejado solo en una cama, dijo su padre.

Javier permaneció cerca de dos horas y media luchando con la muerte y moviendo su brazo derecho en señal de vida, pero no tuvo suerte para encontrar un centro asistencial donde fuera operado. A la 1:00 de la mañana, su padre y su madre recibieron la cruel noticia de que su hijo había muerto.

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