Matanza coloca EU en apuros; Chalabi se distancia de coalición; más fotos torturados

Matanza coloca EU en apuros; Chalabi se distancia de coalición; más fotos torturados

BAGDAD (AFP).- Estados Unidos se vio de nuevo este jueves ante una situación embarazosa, después de la muerte de 41 iraquíes –que según testigos acababan de asistir a una boda– en un ataque aéreo norteamericano que se ha convertido en la operación más sangrienta de la coalición desde la caída del régimen del dictador Saddam Hussein.

Ahmad Chalabi, miembro del Consejo de gobierno provisional iraquí, declaró el jueves que rompía sus relaciones con la coalición dirigida por Estados Unidos en Irak después de que la policía iraquí y soldados estadounidenses registraran su casa y su oficina.

«Mi casa fue atacada (el miércoles) a las 23H00 por la policía iraquí y la policía militar estadounidense» evitando por poco un enfrentamiento con los guardias, declaró Chalabi, aliado privilegiado de Estados Unidos al comienzo de la guerra.

En la frontera siria, varios testigos y cadenas de televisión árabes informaron de la muerte de unas 40 personas, entre ellas unas veinte mujeres y niños, durante un atque aéreo nocturno.

Esto ocurre en un momento delicado, ya que las cadenas estadounidenses CNN y ABC difundieron el jueves dos nuevas fotografías en las que varios militares norteamericanos sonríen delante del cuerpo de un prisionero iraquí que, según ABC, fue golpeado a muerte en la cárcel de Abu Ghraib, cerca de Bagdad.

La víspera, una corte marcial condenó a un año de cárcel al primer soldado estadounidense acusado de maltratar a prisioneros iraquíes en Abu Ghraib.

Jeremy Sivits, de 24 años, también fue expulsado del ejército por «mal comportamiento» tras reconocer que había obligado a un prisionero a unirse a una pila de detenidos en el suelo y de haber fotografiado a un carcelero fingiendo que golpeaba a uno de esos hombres.

El presidente estadounidense George W. Bush acudió el jueves al Congreso para intentar cerrar filas entre los republicanos ante la crisis en Irak y los nefastos sondeos sobre las elecciones presidenciales de noviembre.

Las víctimas del ataque aéreo acababan de celebrar una boda en una aldea de la región de Al Qaim, cerca de la frontera con Siria, y ya estaban en cama cuando se produjo el bombardeo aéreo, informaron algunos testigos y las televisiones vía satélite árabes Al Jazira y Al Arabiya.

Un responsable de la coalición confirmó el jueves que la operación militar había dejado 41 muertos.

«El miércoles a las 03H00 (martes 23H00 GMT), las fuerzas de la coalición llevaron a cabo una operación militar contra una casa sospechosa de albergar combatientes extranjeros, en el desierto, a 25 km de la frontera con Siria», afirmó.

[b]Niño bonito del Pentágono[/b]

WASHINGTON (EFE).- El registro ejecutado ayer por tropas de EEUU en una residencia del político iraquí Ahmed Chalabi confirma la caída en desgracia del hombre en quien, en su día, Washington pensó muy seriamente para dirigir el Irak de la transición.

Según la organización política dirigida por Chalabi, el Congreso Nacional Iraquí (CNI), las tropas de EEUU querían detener, por causas hasta el momento desconocidas, a dos miembros de esa organización que no se encontraban en el edificio, situado en el lujoso barrio de Al Mansur en Bagdad.

En una rueda de prensa convocada a toda prisa en la capital iraquí, Chalabi, miembro del Consejo de Gobierno iraquí instaurado por EEUU y en su día el «niño bonito del Pentágono», se despachó a gusto contra sus antiguos protectores.

«Soy el mejor amigo de EEUU en Irak. Si las autoridades de ocupación encuentran necesario ordenar un ataque armado contra mi casa, es fácil darse cuenta del actual estado de las relaciones entre estas autoridades y el pueblo iraquí», denunció.

La redada contra la residencia y las oficinas del político, en la que las fuerzas de seguridad se llevaron papeles y ordenadores, se produce apenas dos días después de que el Pentágono confirmara la suspensión de los pagos secretos al CNI, que sumaban unos 340.000 dólares mensuales.

Chalabi, un empresario millonario exiliado de Irak durante más de 40 años y condenado «in absentia» por desfalco en Jordania en 1992, se había ganado el favor del Departamento de Defensa, donde sus dirigentes le tenían en mente como el posible líder del nuevo régimen, pese a su falta de apoyo dentro del país.

Durante años, el CNI, con sede en Londres, fue una de las principales fuentes de información sobre Irak para el Pentágono y los servicios secretos de EEUU.

Pero la Agencia Central de Inteligencia (CIA, siglas en inglés) y el Departamento de Estado dejaron de compartir pronto -si es que alguna vez lo hicieron- el entusiasmo del Departamento de Defensa.

Donde los militares veían en la información aportada por Chalabi valiosos datos que confirmaban sus peores temores sobre las intenciones del presidente iraquí Sadam Husein, los diplomáticos y los espías ponían en duda la fiabilidad de una organización que, sospechaban, estaba infiltrada por el régimen iraquí.

Del CNI y de Chalabi partió, por ejemplo, la información sobre los laboratorios móviles para la fabricación de armas químicas en Irak que el secretario de Estado de EEUU, Colin Powell, incluyó en su discurso ante la ONU sobre las armas de destrucción masiva de Irak y de los que no se ha encontrado traza alguna.

Además, los funcionarios del Departamento de Estado sospechaban de las motivaciones del político y empresario para aportar semejante información -encaminada siempre a alentar una intervención en Irak-, y se preguntaban hasta qué punto no estaría motivado por una desmedida ansia de poder.

En los meses previos a la guerra en Irak, Chalabi se convirtió en un asiduo de los círculos políticos en Washington, entre los que su popularidad era, desde luego, mucho mayor que entre la población iraquí, para la que el empresario era prácticamente un perfecto desconocido.

Tras la invasión, el Pentágono envió a Chalabi y a un grupo de seguidores a Irak para que tratara de hacerse con una base política.

Sin embargo, no lo consiguió nunca y de manera sistemática aparecía en las encuestas entre los iraquíes como uno de los políticos menos valorados del Consejo de Gobierno impuesto por EEUU.

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