No es por arrepentimiento de los políticos en Semana Santa, pero el transfuguismo comenzará a reducirse después de las elecciones del próximo 16 de mayo.
Los tránsfugas proliferaron a partir del año 2004, cuando muchos reformistas sintieron que su futuro era muy incierto en el PRSC después de la muerte de Balaguer. Salieron en desbandada, grupo a grupo, hacia el ascendente peledeísmo.
Ese fue el origen del transfuguismo en esta década, aunque al aproximarse las elecciones de 2010, la práctica se extendiera a los perredeístas y peledeístas.
El tema ha generado muchas críticas, y con frecuencia se califica de vergonzoso; de que el transfuguismo expresa la falta de pudor e ideología de los políticos.
Pero desde el frío raciocinio, el fenómeno es producto de un reacomodamiento del sistema de partidos después de la muerte de los grandes caudillos.
El sistema político dominicano ha pasado de un tripartidismo que dominó en los años 90 a un bipartidismo satelital, con dos partidos mayoritarios en torno a los cuales se aglutinan muchos partidos pequeños. Esto obliga al PLD y PRD a acomodar muchos políticos que no estaban originalmente en sus filas.
En términos matemáticos, la mutación del tripartidismo al bipartidismo satelital redujo el número total de candidaturas disponibles en las elecciones, y como resultado, las presiones en el PLD y PRD para acomodar aspirantes aumentó.
Cuando el PLD, PRD y PRSC nominaban candidatos de manera separada, el número de candidaturas se multiplicaba por tres. Por ejemplo, tres candidatos a síndicos por municipio y tres candidatos a senadores por provincia.
Con sólo dos partidos grandes nominando (PLD-PRD) se redujo en un tercio la cantidad total de candidaturas. Aunque algunos partidos pequeños también nominan, casi nunca obtienen votos suficientes para llegar al triunfo.
Además de la reducción del número de candidaturas, la política se ha afianzado como un mecanismo importante de movilidad económica en la sociedad dominicana. Por eso muchas personas están tan interesadas en ser nominadas.
Sin dudas el transfuguismo tiene un efecto dominó: genera descontento entre los activistas desplazados, quienes a su vez buscan nuevas cobijas; y el sistema de reservas de candidaturas facilita el fenómeno. Pero el transfuguismo no es la única razón para reservar candidaturas; también incide la necesidad de nominar personas que se consideran mejor posicionadas para ganar elecciones.
El proyecto de Ley de Partidos Políticos busca eliminar el transfuguismo, y una de las medidas contempladas es asignar la propiedad de los escaños a los partidos, no a las personas elegidas. Pero cuando se promulgue la Ley, si es que se promulga, el transfuguismo habrá perdido fuerza porque el sistema de partidos se habrá reajustado al bipartidismo.
Una recomposición futura del sistema de partidos dominicano se basará en la creación de nuevas organizaciones políticas, lo que multiplicará nuevamente el número de candidaturas.
El transfuguismo es negativo para la identidad de los partidos y de los políticos; sobre todo, si los políticos cambian de partido simplemente porque no obtuvieron una candidatura o algún otro beneficio donde estaban.
De todas maneras, muchos políticos se benefician electoral y/o económicamente con un cambio de partido; y también los partidos pueden beneficiarse electoralmente con el transfuguismo.
Por ejemplo, el transfuguismo del PRSC al PLD entre 2004 y 2010 ha resultado muy beneficioso para el PLD electoralmente, y muy beneficioso para los dirigentes reformistas económicamente. El costo ha sido el colapso del PRSC y la pérdida de identidad de partido vanguardia y liberación nacional del PLD.