Maternidades de SD Entre limitaciones, deficiencias y deseos mejorar servicio

Maternidades de SD Entre limitaciones, deficiencias y deseos mejorar servicio

En tres de las cuatro maternidades ubicadas en el Gran Santo Domingo confluyen una serie de factores que limitan la eficiencia de sus servicios: la sobrepoblación, los embarazos de alto riesgo sobre todo de adolescentes, bajos presupuestos, debilidades en la calidad de la atención y problemas gerenciales.

Aunque en cada uno de esos centros sus directores implementan programas para mejorar la atención y reducir las tasas de mortalidad, sus estrategias chocan con las condiciones socioeconómicas de las pacientes, pues en muchos casos su salud se agrava porque no tienen dinero para comprar medicamentos o para trasladarse al hospital a recibir el chequeo médico que les corresponde.

A esos dos aspectos se añade que, con frecuencia, las clínicas privadas les envían pacientes en condiciones muy delicadas cuando el seguro de estas ya ha agotado el monto establecido.

Pero, además, la falta de un primer nivel de atención incrementa enfermedades y muertes maternas, pues a esos hospitales llegan pacientes graves, que debieron ser atendidas en Unidades de Atención Primaria.

Esos son parte de los retos que enfrenta a diario el personal de salud de la Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia, en el Distrito Nacional; la Maternidad San Lorenzo de Los Mina, en el municipio Santo Domingo Este; el hospital Reynaldo Almánzar, en el municipio Santo Domingo Norte; y el área de maternidad del hospital Vinicio Calventi, en el municipio de Los Alcarrizos.

Sus directivos y gerentes discutieron la situación de los servicios de salud durante un conversatorio organizado por HOY, en el que participaron los doctores Víctor Calderón, Guadalupe Citronnelle, Rafael Draper y Freddy Novas.

También asistió al conversatorio el doctor José Figueroa, gerente de servicios de salud de Profamilia; y la doctora Josefina Luna, del Programa Materno Infantil del Ministerio de Salud Pública.

Faltan camas. En las cerca de 500 camas que tienen las cuatro maternidades de esta demarcación se producen alrededor de 37,250 nacimientos de los 192,291 que registra la República Dominicana al año.

Mujeres amontonadas en una sala de espera, cuatro parturientas en una misma cama y médicos que corren de un lugar a otro son escenas cotidianas en las dos principales maternidades.

Un centro como la maternidad Nuestra Señora de la Altagracia tiene la política de no rechazar a las pacientes, sean dominicanas o extranjeras. Esa maternidad apenas tiene 77 camas en funcionamiento y la edificación lleva cuatro años en remodelación.

Tanto este centro como la Maternidad San Lorenzo de Los Mina vive ese drama cotidiano, por lo que es costumbre que cuatro mujeres compartan su pobreza y el sublime momento de la maternidad en una misma cama.

Los dos hospitales están sobrecargados de pacientes que debieron ser atendidas en el primer y segundo nivel de atención, pero el sistema de salud no ha implementado el modelo, por las más variopintas razones.

A pesar de que los especialistas advierten avances en el tema del cuidado a la salud de la mujer, la masificación (que genera falta de privacidad) y la ausencia de un primer nivel de atención socavan la calidad de los servicios.

Las seis clínicas con que cuenta Profamilia, una institución que tiene 50 años trabajando en los temas de salud sexual y reproductiva, se mantienen llenas de mujeres. Allí realizan partos, ofrecen consultas y hacen procedimientos de fertilidad.
Los recursos. Las maternidades Nuestra Señora de la Altagracia y San Lorenzo de Los Mina, así como el hospital Reynaldo Almánzar y el Vinicio Calventi reciben RD$57,400,000 de subvención al mes.

Como la subvención se queda por debajo de las necesidades, estos cuatro hospitales completan su sobrevivencia económica con los recursos que aporta el Seguro Nacional de Salud (Senasa) por la facturación de sus afiliados subsidiados y contributivos de la Seguridad Social.

Los pocos recursos que reciben las maternidades en subvención, las nóminas cargadas de personal y una población pobre que no ha sido educada para cuidar su salud se convierten en el “dolor de cabeza” para una atención de calidad.

La mirada de los especialistas. El doctor Draper, director del hospital Reynaldo Almánzar, entiende que el sistema de salud debe ponderar el modelo de autogestión, el cual permite que las autoridades del centro puedan manejar los recursos, incluyendo la contratación directa del personal, y aplicar sanciones si fuese necesario.

Asimismo expresó que “en la actualidad las maternidades están abarrotadas de pacientes que pueden ser atendidas en el primer y segundo nivel, esto genera graves distorsiones”.

El doctor Novas, director del área ginecobstétrica del hospital Calventi, explicó que “en muchos centros privados salen de las mujeres cuando se les ha agotado la cobertura del seguro y entonces las envían a los hospitales, donde llegan moribundas”.
Mientras que la doctora Citronnelle, subdirectora de la maternidad Nuestra Señora de La Altagracia, consideró que se necesitan más recursos en salud, priorizar la inversión y concluir los hospitales que están intervenidos por reparaciones, porque esa situación aumenta la demanda de servicios en las maternidades.

De igual modo consideró que se debe educar y hacer prevención en el primer nivel de atención y procurar que funcionen las Unidades de Atención Primaria.
El doctor Calderón, director de la maternidad San Lorenzo de Los Mina, dijo que “las mujeres llegan en estado crítico porque no se hace el trabajo de referencia y contra referencia. Las deficiencias son evidentes y no se pueden ocultar, creo que se avanza y ya hay más comunicación”.

La doctora Luna, del Programa Materno Infantil del Ministerio de Salud Pública, entiende que “para analizar el trato que tienen las mujeres en los servicios de salud se debe revisar el hospital como un espacio hostil en donde las embarazadas comparten un mismo consultorio y muchas veces no hay agua para que el médico se lave las manos”.

Por su lado el doctor Figueroa, gerente de los servicios de salud de Profamilia, consideró que “la red de hospitales exhibe una falta de organización que afecta la calidad de los servicios que reciben las mujeres”.

“El tema de referencia y contra referencia es altamente complejo y genera distorsiones, gravedad y muerte y el tema del primer nivel de atención está ausente en el sistema de salud, esto hace que las mujeres vayan a los centros hasta sin historia clínica aunque llegan en estado crítico”, sostuvo el especialista.

Cifras deplorables. El país tiene un 28% de embarazos en adolescentes y en algunas provincias como Azua llega al 35%. En un hospital del modelo de autogestión, el Reynaldo Almánzar, la atención a esa población llega al 80%. Esos servicios lo ofrecen 48 ginecólogos y 200 enfermeras.

La República Dominicana ocupa el quinto lugar en la región en embarazos en adolescentes. Este grupo poblacional engrosa las altas cifras de mortalidad materna que aún persisten.

En lo que va de este año se han registrado 35 muertes: el 91.5% de ellas ocurrieron en 32 centros públicos y el 8.5%, en tres clínicas privadas. Además, el 71.4% de esas muertes fueron dominicanas, el 25.7% haitianas y el 2.8% colombianas, según confirman los datos de la Dirección General de Epidemiología.Las causas de muertes

maternas más frecuentes son hemorragias, infecciones, preeclampsia, neumonía, shock carcinogénico y diabetes mellitis.

De esas muertes, el 25.7% están relacionadas con el parto, 2.9% con abortos y el 46% tienen que ver con las cesáreas.

Del total de muertes maternas registradas en lo que va de año, nueve ocurrieron en mujeres que tenían en curso sus embarazos.

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