En su análisis sobre las dificultades culturales, sociales, comunitarias y educativas que tiene América Latina para acceder a las nuevas tecnologías, Armand Mattelart reconoce que hay mucha desigualdad, y critica a los estados que criminalizan todo tipo de comunicación que sea distinta a la dominante.
Los propios Estados no favorecen la construcción de una comunicación distinta, precisa Mattelart. Citó el ejemplo de Chile, donde residió por una década: En esa nación hay menos revistas críticas actualmente que en los tiempos de la cruenta dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-89). Se explica: La razón es sencilla: El Estado ha cortado toda posibilidad de publicidad institucional a las revistas existentes.
Creo que hay una tendencia de los estados de no ir en contra del sistema de comunicación dominante: el oligopolio en materia de audiovisuales es clarísimo, porque saben que son actores políticos también y en todos los países son iguales.
Mattelart afirma que América Latina es el continente donde hay más iniciativas para la apropiación de las tecnologías. Hay que decir que en latinoamerica el grado de concentración en materia de medios, sobre todo audiovisuales y prensa, es enorme, porque a diferencia de Europa, los medios audiovisuales de America Latin, en general, nacen como comercial. Es el modelo norteamericano. En Europa tienes un ponderador, y es que los medios audiovisuales nacen bajo el principio de servicio público.
Refiere que muchas naciones latinoamericanas se han apropiado de las tecnologías, como las telenovelas, o la industria de las telenovelas, o a través de experiencias como Telesur.
Me parece que lo que ha cambiado es que hay una toma de conciencia en América Latina, y es general. Hay pocas excepciones de la importancia de establecer políticas públicas en materia de comunicación. Eso lo ves claramente a través de los levantamientos en contra de los sistemas de comunicación, en países como México, Argentina, Brasil.
Según el intelectual y experto en comunicación, si se elabora una lista de países latinoamericanos en que los servicios públicos tienen una importancia capital sobre lo comercial es mínimo.
Este investigador de profunda integridad, que ha marcado con sus obras a generaciones de periodistas de América Latina, Europa y otras partes del mundo, estuvo de visita a mediados de marzo y por segunda ocasión en nuestro país, junto a su compañera Michelle Mattelart, quienes ofrecieron dos conferencias, por separado, en la sede de esa entidad.
En la entrevista realizada para HOY, participaron Dimaggio Abreu y Arismendy Calderón, acompañados por el profesor y catedrático universitario Rafael Núñez Grassals.
Sociedad Global
Mattelart se muestra enfático al denegar la validez de una expresión generalizada que viene dada del gran desarrollo que alcanzan las nuevas tecnologías, especialmente de las comunicaciones: Sociedad Global, lo cual hace pensar que ya se hizo realidad la llamada utopía de Marshall Mcluhan.
Sostiene que el canadiense Mcluhan, con su teoría de la Aldea Global o Planetaria, retomó viejas creencias sobre el mito de la gran familia humana, que corresponde a su visión cristiana del mundo, la misma creencia que mitificó completamente el intelectual francés Roland Barthes, y que es el mito de San Juan: una familia artificial, dividida por fracturas sociales, económicas, culturales, etcétera. Y eso ocultaba el mito de la Aldea Global de Mcluhan. Otro concepto generalizado que rechaza Mattelart es el de Sociedad del Conocimiento, el cual se emplea en los medios académicos como alternativa a la sociedad de las tecnologías de la información, pero como teoría económica cuyo centro es la producción de riquezas, cónsona en esta primera década del Siglo XXI.
Lo que me molesta es la utilización de estas denominaciones como Sociedad del Conocimiento-; es que la presentan como evidencia de que ya estamos en una economía dominada por el conocimiento, pero sólo estamos en el principio de esa economía.
La sociedad del conocimiento es una construcción que invita a todos, a los que tienen intereses distintos. Mattelart insiste en que al hacernos creer que ya estamos en la Sociedad del Conocimiento, se quiere significar que todas las otras actividades tienen poca importancia para el futuro.
Pero se vio claramente con la crisis del petróleo, que quedó demostrado que todavía necesitamos petróleo. El problema es hacernos creer que toda la economía va a ser del conocimiento, de los técnicos del conocimiento, de los sectores medio, pero siempre vamos a tener barrenderos, fábricas .
Nuevo orden. Se le preguntó a Mattelart si el Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC) que se enarboló en la década de 1980 fue un intento de democratización de la prensa en el orbe o una plataforma para implantar el neoliberalismo económico?
Respondió: No. Pienso que fue un momento privilegiado en la toma de conciencia en la apuesta de la comunicación mundial. Entiende que en su fase de reivindicación, fue un deseo de democratizar la comunicación a nivel internacional y nacional de los países y que ello lo demuestra el llamado Informe MacBride, un documento publicado en 1980 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Fue un documento de carácter político e intelectual, cuyo objetivo fue analizar los problemas de la comunicación en el mundo y las sociedades modernas, particularmente con relación a la comunicación de masas y a la prensa internacional, y sugerir un nuevo orden comunicacional para resolver estos problemas y promover la paz y el desarrollo humano. Digamos, que las fuerzas políticas que empujaron esta reivindicación eran tan contradictorias que se podían darse todos los usos a estas reivindicaciones. Por ejemplo, la Unión Soviética se apoderó de esta reivindicación para cerrar mejor sus fronteras; y países que reprimían a sus periodistas o a sus cineastas, finalmente tomaron el flujo internacional como el chivo expiatorio para hacer olvidar la represión que ejercían sobre sus propios comunicadores.
El protagonista
Armand Mattelart
Escritor
Nació en 1936, en Bélgica. Es uno de los más connotados escritores, autor de más de 30 publicaciones de su ingeniosidad intelectual o compartida con otros cientistas sociales. Sus escritos sobre comunicación social han influenciado a generaciones de periodistas latinoamericanos.
De formación católica, termino en 1960 un doctora en derecho en la Universidad de Lovaina, en Bèlgica. Dos años después obtuvo una especialidad en demografía en la Soborna de Paris.
Mattelart partió a Chile, donde comenzó su carrera académica en la universidad católica. En esa nación lo sorprendió el sangriento golpe de estado contra el extinto Salvador Allende, en 1973.