Mauricio Ramos V. – Cortitos

Mauricio Ramos V. – Cortitos

Hoy por segunda ves les escribo yo. En la primera ocasión les informaba del estado de salud de mi padre, el doctor César Ramos F., quien era el autor de esta columna de tantos años pero que, por razones de la vida, dejó de estar entre nosotros el sábado 21 de febrero del 2004, dejando como herencia una vida de ejemplos, de honradez, decencia, humildad y sobre todas las cosas un buen corazón a veces cubierto de una coraza que escondía su sensibilidad humana y el descontento por las injusticias sociales.

Mi padre fue un hombre de carne y hueso que vivió y sintió profundamente, con defectos como todos, pero con grandes virtudes, como destacó un amigo muy querido de él y de la familia: que era un amigo incondicional y un profesional intachable.

Nadie puede decir que mi padre le robó, que mi padre le engañó, que mi padre traicionó la ética de profesional del derecho que la mantuvo hasta el día que cesó de respirar.

Por esta vía quiero, en nombre de la familia Ramos Veloz, dar las gracias de corazón a los doctores que en todo este proceso, desde el día que comenzó, nos asistieron con la mejor de las voluntades sin desvelo, muy especialmente al doctor Branche Ortiz Poy, quien como médico de cabecera y entrañable amigo de la familia estuvo con nosotros en todo momento dándonos apoyo y aliento junto al equipo de profesionales que participaron en el tiempo que mi padre estuvo interno, así como también agradecer al equipo de enfermeras que con cariño y profesionalidad le atendieron tanto en el Centro Médico (UCE), como en la Clínica Gómez Patiño, y a las jóvenes enfermeras que lo atendieron hasta su ultimo día en su casa. También quisiera agradecer a los amigos de toda una vida, que nos han externado sus condolencias y palabras de apoyo que son tan importantes en estos momentos. A ustedes, mil gracias de todo corazón.

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