La familia, como primera institución educativa, socializante y forjadora de una moral que perdurará para siempre en la conciencia de cada uno de los sujetos que la integren, debe consolidarse y evitar que se escinda recurriendo a todos los medios a nuestro alcance como primer gran ideal para 2004.
Es algo tan humano que en las parejas existan debilidades como grandes virtudes. Pero a diario deseamos enmendar esos puntos débiles, esos comportamientos que tanto nos molestan, haciéndoles humillantes reproches, a veces de voz en cuello, a nuestras compañeras o a nuestros compañeros, que dan como únicos resultados agravar la convivencia marital, pues trasciende al vecindario que podría dar lugar a que se desvalorice la importante imagen familiar del entorno y lo peor, marchita el amor con riesgo de hacerlo morir.
Un caso de nuestra consulta nos puede aclarar más esta situación si lo tomamos como ejemplo a la señora A se le concedió la palabra primero como es nuestra regla habitual para que expusiera las razones de sus insatisfacciones. Se quejaba de tres cosas básicas.
a) Hace cierto tiempo que el esposo llega tarde con gran frecuencia argumentando que está participando en una competencia deportiva al ser miembro de un equipo que representa la institución para la que trabaja;
b) Que llega a descuidar la vigilancia de los niños por darle prioridad a los compromisos deportivos y sociales;
c) Falta de transparencia y la información sobre el verdadero monto de su salario y ha dejado de cumplir con algunos valores que prometió entregarle para gastos familiares, indicando que es un poco desorganizado en lo económico.
Por el contrario el esposo se queja:
a) De la manera imponente y escandalosa en que ella desea lograr sus propósitos
b) Llegó a pedirle en dos ocasiones que se fuese de la casa de una manera tan brusca y autoritaria que él tuvo que acceder para evitar agredirle, refugiándose por algunos días en casa de un amigo.
c) La actitud autoritaria de su pareja lo puso en evidencia la sesión que celebramos ese primer día en que ella le llamó para decirle en forma de una orden que tenían cita para esa fecha con el terapista familiar sin antes conversar con él y discutir las posibilidades de esa sesión y el día y hora conveniente según el compromiso de su trabajo.
Esta simple descripción nos demuestra las grandes dificultades que tiene toda nuestra sociedad de establecer un diálogo constructivo para ayudarse el uno y el otro razonando para conseguir superar o modificar aquellas conductas aprendidas y que son nocivas para el crecimiento y la madurez emocional básica para convertir el hogar de cada pareja en una entidad donde se manejan todos los hechos de la cotidianidad con gran prudencia, con inteligencia, sin actitudes egoístas, si no más bien pensando o tratando de conseguir que nuestras parejas o nuestros hijos se sientan tan bien y tan felices que nos harían sentir a nosotros como individuos aún más felices que ellos mismos, por la sencilla razón de que la real felicidad de nuestra familia debe ser el más anhelado sueño para cada hogar dominicano para el 2004 y los demás años venideros.
Así también podemos ayudar a nuestros hijos: niños, preadolescentes y adolescentes cómo tener hábitos de lecturas y ser buenos estudiantes, cómo desarrollar una conducta adecuada en el hogar y en la escuela, cómo ser ejemplares ciudadanos que pudiesen ser tomados como modelos a seguir por sus compañeros. Pero esto también se logra al hablarles a nuestros hijos con el corazón, con la estimada paciencia de un buen educador a sabiendas de que aquellos clásicos principios primitivos que rezaban: «las letras con sangre entran», quedaron atrás, luego que los avances científicos aportados por los grandes pedagogos y psicólogos desde J.J. Rosseau hasta J.Piaget quienes contribuyeron para hacer de la familia y de la escuela las dos instituciones que nos dejarán para siempre dentro de cada uno de nosotros el sentido de la libertad y de la más alta valorización personal que nos permitirá trascender sin límites hasta llegar a los lugares más sublimes y conspicuos sin trabas ni fronteras.
Por suerte, tenemos un gran país con grandes bellezas e infinitas riquezas naturales, poblado por 10 millones de seres humanos cuya mayoría son jóvenes alegres y quienes en cada mañana al salir el sol se lanzan a la calle a trabajar y estudiar como hormiguitas llenos de esperanza y de entusiasmo porque son jóvenes y porque son buenos y de seguro que contribuirán a nuestro progreso moral y cultural empujando nuestra nación hacia adelante.
No nos detengamos a lamentarnos y a formular críticas por el error y el fracaso de los caídos, tratemos de extenderles las manos y ayudar a levantarse y sigamos adelante que allá nos sigue esperando un grandioso porvenir lleno de inmensas posibilidades que sobrepasarán el 2004 hasta donde llegue nuestra infinita imaginación.