MÁXIMO CAMINERO
Desde la persistencia hacia el esplendor

MÁXIMO CAMINERO<BR>Desde la persistencia hacia el esplendor

Traspasando fronteras geográficas, culturales, políticas, estéticas y espirituales (como huella cristalina de una constante actitud de autorreafirmación existencial que nos depara la espléndida lección de lo profundo y lo auténtico), la obra reciente de Máximo Caminero se proyecta en la actualidad como resultado del proceso de madurez de una personalidad creadora que persiste y resiste desde los territorios existenciales de la fuga, la libertad y la lucidez.
Pintor, periodista y gestor cultural. Siempre inquieto y puntual en el diálogo desde su Taller Estudio en Miami Beach, Caminero es un artista polifacético de personalidad incisiva, discreta, liviana, jubilosa y fraternal. En las paredes de su taller y en algunos  títulos de sus pinturas recientes “grafitea” ardientemente su poética. “Jaragua no cae”. “Si hay un dolor yo no lo escucho”. “Confía en los que buscan la verdad, cuídate de los que la han encontrado”. “La angustia es el precio de ser uno mismo”.

Reconocido como uno de los principales artistas dominicanos de la “diáspora”, al propio artista y a otros colegas curadores e historiadores del arte dominicano contemporáneo ya les he advertido que su fuga no es diáspora ni exilio: no es por razones políticas ni económicas. Así que la de Máximo Caminero  es fuga identitaria, mística, lúdica y poética. De ahí que en su caso estamos  más bien frente  a un fugitivo de conciencia. Su respuesta (2007) fue ciertamente reveladora y  todavía más alucinante.

 “Yo me fui por el síndrome de Colón que define a los dominicanos”. Por las limitaciones y contra el provincianismo que carcomen la media isla. Por esa  percepción, por esa certeza que tenemos los dominicanos de que allá afuera, más allá de las islas, hay una mejor  vida, grandes riquezas, mucho oro  y otros  grandes sueños. Somos la media isla -ni siquiera una entera- de buscadores de  ilusiones, y es la salida y la entrada,  la partida y el retorno, el fluir de aquellos a  quienes “le ha ido bien” lo que incita a nuestra  gente a migrar”.

La fuga consciente, la fuga de conciencia o la consciencia de la fuga son elementos identitarios a la hora de hablar sobre las maravillosas contradicciones de nuestra psicohistoria o sobre las devastaciones  ontológicas de una dominicanidad que se proyecta  y arde esplendorosamente en su propia práctica creadora y en los  hallazgos más depurados de la obra pictórica de Máximo Caminero. Obra con la cual, precisamente, él  nos ha estado representando con dignidad ejemplar en algunos de los principales espacios de resonancia del arte contemporáneo en  Estados Unidos y América Latina, tales como la Feria de Arte de West Palm Beach y la Feria de Arte de Naples, Florida, EEUU (2012).

Durante el  año pasado,  su obra fue exhibida de manera exitosa en Gallery West Palm Beach, en  la exposición  de artistas caribeños y latinoamericanos titulada “The New Masters”, organizada por Artopia Gallery  en el contexto de la Feria Art Basel Miami Beach/2012. Asimismo, en el mes de febrero del presente año 2013, el Museo de la Universidad de Antioquía, Medellín, Colombia, ha incluido una notable selección de sus pinturas en la muestra “Transvisiones Antillanas”,  al mismo tiempo que su obra fue incluida en una importante muestra organizada por el Museo de Coral Gables de Miami.

Sobre la trascendencia de los resultados de su más reciente itinerario, el propio artista nos pone al tanto: “Los proyectos se amplían cada vez más ya que el estar en  Miami me permite gozar de dos mundos que coinciden en este punto. América Latina es siempre un lugar de visitas a los que acudo como un colibrí a sembrar una gotita de polen quisqueyano y esta ya va floreciendo poco a poco, al punto de que cada día los caminos se hacen más cercanos y familiares. Y si se puede decir más de uno…

“Por el otro lado, los vecinos de ciudades del norte como New York, Massachusetts y Chicago, también se van familiarizando con mi arte y adquiriéndolo, hecho que me encanta ya que esto me ha permitido romper con un tabú de muchos años. Y es que los norteamericanos solían mirar a otro lado, ya que mi arte les parecía muy enraizado en lo indoamericano del Sur y esto les causaba cierta aprensión por todo ese folclor profundo de historias y leyendas. Siempre prefirieron un arte más abstracto y con menos información”…

En incesante actividad, desde su “espacio de poder”  en Biscayne Bulevard  de Miami Beach, Máximo Caminero es un artista que persiste siempre propositivo y proactivo, en un proceso profundo de transformación y revitalización del diálogo sensible a través de su fructífera y distintiva práctica creadora. En sus últimas obras, resultan ciertamente reveladoras las nuevas referencias a los signos culturales y la figura humana. Asimismo, las raíces caribeñas y, especialmente las referidas a las pictografías de la cultura taína, se polisintetizan en un discurso simbólico personal de extraordinaria riqueza plástica y asombrosa capacidad imagético.

MÁXIMO CAMINERO
 Máximo Caminero nace en Santo Domingo, el 7 de septiembre del 1962. Su obra pictórica se ha exhibido intensamente en galerías, museos e instituciones culturales de la Republica Dominicana, Ecuador, Puerto Rico, Nicaragua, Panamá, Guatemala, Canadá, Colombia y los Estados Unidos, especialmente en la ciudad de Miami, donde reside desde hace más dos décadas. Entre sus exposiciones individuales, destacan: Biblioteca de la Universidad Internacional de la Florida, Miami (2001); “Memoria 786”, Casa de Teatro, Santo Domingo (2004); “Selecciones 2003-2004”, Art Gallery City Club, Panamá; “Con toda el alma”, Diáspora Vibe Gallery, Miami (2005); “La soledad de lo simple”, Biaggi & Faure Fine Art, San Juan, Puerto Rico (2005); “Memoria del subconsciente”, Museo Antropológico Reina Torres de Araúz, Panamá 2006); Reflexión del Pensamiento, Abro Art Gallery (2010). Su obra forma parte de importantes colecciones como The Harriet & George D. Cornell Museum of Art and History, Delray Beach, Florida, EE.UU; Museo Fundación Guayasamín, Quito, Ecuador; Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico (MAC).

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