Máximo Llaverías Martí

Máximo Llaverías Martí

MANUEL A. GARCIA SALETA
Hay personajes que son inolvidables en las sociedades donde viven, por su forma de ser y tener un temperamento con unas características que llaman siempre la atención de todo el mundo y más que nada de aquellos que convivieron y compartieron con él, como fue la mía durante muchos años. Desde el 1938 hasta su fallecimiento. Máximo Llaverías Martí era un polifacético auténtico, que tenía tiempo para todo y para todos. Sus actividades se desarrollaban en varias vertientes como era la recreación, lo social, lo político, en lo deportivo, y en sus actividades profesionales, en fin, Máximo estaban en todas partes y gozaba del respeto y el cariño de todo el mundo.

Fue jefe de la guardia universitaria; fue el primer publicista del país; trabajaba en la Delta con don Enrique Peynado; me ayudó adquirir una cuña Chevrolet del año; ese vehículo lo representaba la Delta entonces; me costó RD$2850.00 pesos; Máximo era miembro de todos los Centros Sociales de la época; Siempre tenía una pipa en la boca y usaba un tabaco que olía maravilloso; hablaba durísimo y parecía que estaba peleando con su interlocutor, era su forma de expresarse. En fin era un tipo agradable y muy servicial.

De las cosas más importantes que lo caracterizó fue su aporte al deporte nacional. Además de ser un fanático de la pelota; si no recuerdo mal era liceísta; Máximo fue el primer presidente de la Federación Dominicana de Baloncesto y fue electo en el 1939 y durante los 20 años que pasó en esas funciones, hizo una labor encomiable para el desarrollo de esa disciplina.

Los Mosqueteros de La Normal, capitaneado por Gugú Henríquez Los Pollitos de Santiago dirigido por Saulio Pichardo; luego surgen en el 1941 el Atenas, dirigido, por Gilberto Guerra; Los Negros del Ozama, dirigido por Máximo Bernard; con estos dos últimos equipos, se celebró el campeonato nacional que ganó el Atenas, que representaba el Club Deportivo que llevaba ese nombre. En el 1942 se organiza el campeonato intercolegial que se dividió por zona; la del sur, la del norte y la central, se hicieron eliminatorias en cada zona, la del Sur la ganó Azua; la del norte el Colegio La Salle y la central la Escuela Normal de Santo Domingo. Este campeonato se discutió entre La Normal y La Salle, de 5-3; lo ganó la Escuela Normal por 1 punto los tres juegos.

Ese campeonato fue importantísimo para el desarrollo masivo de ese deporte.

Debo destacar que Máximo Llaverías era que se ocupaba del transporte para ir a Santiago y venir a la capital. El vehículo era una camioneta cerrada del Ejército Nacional y Máximo iba y venía con nosotros para mantener el orden porque hacíamos muchísimas bellaquerías.

Hay tres generaciones de este país, que no conocen absolutamente nada del esfuerzo, el trabajo y la dedicación que nuestra generación hizo para que esa disciplina fuera la más importante después del base ball en este país.

Máximo Llaverías Martí era un hombre bueno, sano, amigo leal y un caballero en todos los aspectos; lo recuerdo con cariño y respeto y al escribir estas líneas viene a mi memoria esos tiempos en los cuales nuestra generación recibió de él, su ejemplo, solidaridad y tolerancia que tuvo con nosotros en el transcurso de su vida.

Sin duda alguna, Máximo Llaverías Martí gozó del aprecio y el afecto de muchas gentes. Que Dios lo bendiga.

Gracias Máximo por tu trayectoria en el deporte, te recuerdo con mucho cariño.

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