Hay quienes desean suponer que me he acostumbrado, que me afectan poco estos episodios relacionados con los procesos electorales, y que uno haya podido acostumbrase a las barbaridades que se suelen decir de nosotros en Gallup en cada una de las campañas electorales que desde 1990 hemos participado. Hemos vivido traición, maltrato y difamación… a distancia, desde luego, porque la mentira y la cobardía son gemelas. Como hemos puesto nuestra confianza en Dios, tanto mi familia, nuestro personal, mis amigos y yo hemos disfrutado calladamente el día siguiente a los escrutinios.
Pocos, quizás, recuerdan que desde el 1996 a la fecha, nuestras diferencias netas las diferentes Juntas Electorales, ha sido de cerca de 1%, aunque las encuestas no son predictivas, ni infalibles. Pero hay gente olvidadiza, especialmente los sicarios radiofónicos de gobiernos y partidos. La actual no es de las peores experiencias, pues cerca de 80% de los electores cree que el candidato oficialista ganará en la primera vuelta. Así, solamente el 20% no cree en las encuestas y espera segunda vuelta. No obstante, el núcleo más agresivo contra nuestras encuestas parece tener su sede en las mayores zonas urbanas del país, especialmente en el Distrito Nacional, donde un sector de la pequeña burguesía ha venido perdiendo las últimas batallas electorales frente a los “advenedizos” de Villa Juana y de campos lejanos del Sur.
Uno de los peores momentos lo vivimos una tarde de 1994. La encuesta que nos encargara un grupo allegado a la PUCMM, arrojó unos datos sumamente incómodos, un virtual empate: Peña Gómez, 37.8 y Balaguer, 38% (o viceversa).
Cuando vi esos datos en los diarios, me dije, tenemos problema, esos datos no le gustarían a nadie. Como cada bando jura al diablo que saldrá victorioso, los empates disgustan a todos. Esa tarde, desconsolado, llamé a uno de mis mejores amigos para que me brindara una botella de vino para amortiguar el golpe.
Me dijo enseguida, ven, que estoy reunido con mi mujer y mis dos hijos, cenando en un restaurant pequeño de mariscos cerca de Radio-Televisión Dominicana. Llegué, con un compañero de trabajo, y nos sentamos a su mesa. Luego de unos minutos, mi amigo, que se había puesto de pie, me dijo: “Bueno, tú si te jodiste, con esa porquería de encuesta, que nadie la va creer”. Me quedé paralizado. Pero sus hijos, adolescentes, entonces, lo increparon: “Papi, cómo puedes decirle eso a tío Rafelito”, y le reñían; también su esposa (amiga fiel): “¿Cómo le hablas en ese tono?”.
Mi amigo (reformista entonces), se calmó y se excusó, y nos preguntó qué íbamos a cenar: “Si como algo me enveneno, le respondí”. Luego nos marchamos. Cinco meses más tarde, ante unas tres mil personas, en Lincoln Nebraska, Richard Burkholder, jr., vicepresidente de The Gallup Organization, hizo Mención de Honor a Gallup RD, por ser la primera vez que Gallup, en todo el mundo, había predicho un empate. Peña y Balaguer acordaron gobernar cada uno dos de los cuatro años. (Yahvé es grande).