Mayo del 68: responsable de qué (y 2)

Mayo del 68: responsable de qué (y 2)

Ratzinger no mintió: hubo intelectuales ligados a la revuelta de mayo del 68 que fueron ideólogos de la revolución sexual y que defendieron la pederastia siempre que hubiera “consentimiento”; pero exageró: porque ni mayo del 68 ni la revolución sexual podría explicar cómo la iglesia que se opone con todos sus sacerdotes, diáconos, obispos y no pocos feligreses a la píldora, al matrimonio gay y al sexo fuera del matrimonio, decidió consistentemente ocultar los hechos de pederastia cometido por sacerdotes y obispos.
Su documento en el cual buscó distanciarse de las decisiones de impunidad, tuvo una naturaleza cismática, puso en aprietos a Bergoglio y sus esfuerzos por rescatar la credibilidad de la Iglesia porque no se limitó a enmarcar los hechos en el contexto histórico de la revolución sexual y las revueltas de Paris, sino que además profundizó en aspectos doctrinarios y hasta de fe, que de alguna manera hacen pensar que hay serios conflictos en el dogma mismo. Massimo Faggioli, profesor de teología, dijo al referirse al documento que “lo que pasó es justo lo que muchos esperábamos que no pasará: la idea de que un doble papado es realmente perturbador”.
Lo que debería considerarse más perturbador es la incapacidad de auto-crítica desde lo doctrinario. Mayo del 68, visto desde la iglesia, tendría que verse como la primera gran señal histórica de que sus visiones, ritos, prácticas e incluso doctrinas habían fracasado, no porque no tuvieran fundamentos teológicos, sino porque habían dejado de responder las preguntas espirituales y se había sumergido en sus propios miedo: La mujer (léase hoy: el sexo) es un demonio.
Es paradójico, que son los hijos y nietos de mayo del 68, muchas feministas entre ellas, que han hecho el llamado al rescate de un sexo libre pero no comercializado, fundamentado en el respeto de la dignidad humana. Un sexo, en el mejor sentido, liberador. Ratzinger sólo culpa para exculparse y propone justamente la misma receta que los metió en esta crisis en primer lugar, la condena al sexo y su represión, negando en la práctica la naturaleza humana, imperfecta pero sedienta de divinidad.
Mayo del 68 es culpable de sus excesos. La iglesia de los suyos. Sus culpas son distintas y no hay tal causalidad entre ellas. Si Ratzinger estuviera menos preocupado de cómo va a quedar ante la historia y más preocupado por las raíces “demoniacas” que se metió en las sotanas de sus incontinentes, tendría que haber tratado la naturaleza forzada del celibato, el cual se fundamenta más en el miedo milenario de la Iglesia a perder sus posiciones materiales que en los llamados de Saulo a la castidad.
Por cierto, ese miedo material, ese celo…es la otra parte que tendría que someterse a escrutinio, puesto que esa es la verdadera razón por la que trató de ocultar y proteger al pederasta, los enormes costos financieros que las demandas por acoso podrían tener (y terminaron teniendo).
Mayo del 68 tiene la culpa del desenfreno no del comportamiento de la curia. Vale destacar que cada quien debe expiar sus propios pecados, y para que haya contrición verdadera el primer paso no es el arrepentimiento, ese es el segundo, el primero es el reconocimiento mismo del pecado cometido.