Mayor desafío para RD
Migración, insularidad  y desarrollo

Mayor desafío para RD<BR>Migración, insularidad  y desarrollo

La migración es un fenómeno antiguo, continuo, permanente y universal. En el momento actual, la intensificación de las migraciones internacionales se ha agudizado como consecuencia de la globalización  de los procesos económicos, y el inusitado desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (Tic’s) que ejercen influencia en la homogenización de los códigos culturales en la población mundial. 

En materia de  migración  y  desarrollo, la República Dominicana se encuentra, por un lado, en medio de ese torbellino incesante de cambios tecnológicos, económicos, informativos y comunicacionales y,  por otro,  compartiendo la soberanía de la Isla Hispaniola  con el  país hermano  la República de Haití, que tiene una crisis institucional y económica que se ha profundizado después del terremoto del pasado 12 de enero. Y como telón de fondo está la vulnerabilidad del ecosistema insular y los riesgos de crisis poblacional.  Todo lo anterior se da en medio de una característica singular debido a su localización geográfica: la  sociedad dominicana es emisora, receptora y de tránsito de migrantes.

La expulsión de recursos humanos calificados e inmigración no calificada. Dados los factores de exclusión social que han sido generados por  una débil política social durante los últimos 50 años, sumado a avances institucionales que no han ido parejos con el grado de crecimiento de la economía, así como de profundos cambios sociales experimentados durante ese medio siglo, el país es una sociedad expulsora de su población autóctona. Después de la muerte de Trujillo el incremento de la tasa migratoria ha sido exponencial, pasando de 2.8 por cada mil nacionales  residiendo en el exterior en 1960  a 105 por mil en el año 2002. El Informe de Desarrollo Humano del PNUD del 2005 estimaba una cifra cercana a 1 millón de dominicanos residiendo en el exterior en el 2000.  Hay que tomar en cuenta que, según la Organización Internacional para las Migraciones, 204,000 dominicanos con nivel de escolaridad terciaria se encontraban en países miembros de la OCDE para el año 2007, lo que lleva a estimar que alrededor del 22 por ciento de la población más educada se encuentra en el exterior.

La expulsión de recursos humanos calificados por falta de oportunidades en el  mercado de trabajo, es una de las debilidades del modelo de desarrollo actual en el país que no genera un modelo de convergencia entre crecimiento del capital humano y crecimiento económico. Una política de formación de recursos humanos calificados requiere estar acompañada de una política de oportunidades de empleo de calidad, a fin de aprovechar la correlación virtuosa entre capacidades productivas, disponibilidad de recursos humanos calificados y desarrollo. Por el lado de la inmigración extranjera, una de las características del sistema migratorio de la República Dominicana es su limitada regulación, particularmente la inmigración proveniente de Haití.

Como no se dispone de estadísticas ciertas sobre la cuestión, las cifras históricamente han oscilado entre medio millón, setecientos mil y un millón de ciudadanos haitianos y sus descendientes (Reyes R., 2003; Lozano,Wilfredo, y Báez Everts, Frank, 2008). Diplomáticos acreditados en el país señalan que en la actualidad la cifra ronda los 1.2 millones de ciudadanos haitianos y sus descendientes (2009). La migración es un fenómeno positivo en principio, siempre y cuando responda a las necesidades del desarrollo nacional. Para el caso dominicano, el carácter no regulado de una parte importante de la inmigración extranjera, particularmente la inmigración haitiana, contiene desventajas por  factores correlacionados, y que son dependientes de la  carencia de una política migratoria con visión de desarrollo.

En primer lugar, esa ausencia no ha  permitido incorporar a esa población migrante a los circuitos económicos y sociales de mercados institucionalizados que respondan a los requerimientos de  crecimiento sectoriales. En segundo lugar, el saldo de los  flujos migratorios en el caso dominicano, y especialmente con relación  al  proveniente de nuestro vecino, tendería a tener un impacto negativo en la medida en que expulsamos mano de obra que tiene mayor nivel de escolaridad que la que recibimos. Ese conjunto de factores crea un amplio mercado de trabajo informal que, aparte de  no entrar en los canales de tributación y de protección  mediante la incorporación  a la seguridad social, crea una amplia franja de ciudadanos marginados y, en consecuencia, crean la probabilidad de una brecha social menos elástica para su resolución.

Proyecciones de población insular en el horizonte de la Propuesta de  Estrategia Nacional de Desarrollo 2010-2030. Hacia el año 2015, que es el horizonte de cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), nuestra isla contaría con una cantidad cercana a 21.6 millones de habitantes, lo que representaría una densidad poblacional de 282 habs/km2, y para el 2030 la población insular ascendería 25.4 millones de habitantes. Los Pequeños Estados insulares como la República Dominicana y Haití, padecen de vulnerabilidad demográfica y de sus ecosistemas y, en la mayoría de los casos adolecen de baja capacidad de respuesta ante los fenómenos naturales y sociales y, en consecuencia, su vulnerabilidad ante los riesgos y amenazas es alta.

En el caso de la Isla Hispanio, ésta tiene la característica de que es factor de equilibrio medioambiental para la región del Caribe, debido a su alto endemismo y a su riqueza biótica. Tales crecimientos de población presionarían enormemente los ecosistemas frágiles de la isla. A esta presión se agregan, en el caso de la República Dominicana, cuatro millones anuales de turistas como población flotante y que ejercen presión sobre el mismo por el consumo de agua, alimentos y producción de desechos, entre otros.

Todo esto afectaría la sustentabilidad y sostenibilidad del desarrollo si no se toman en el presente las medidas adecuadas en políticas de ordenación y ordenamiento territorial, medioambiental y en políticas de población, en preservación y conservación de los patrimonios naturales y la prevención y mitigación de los efectos de crecimientos poblacionales de tales magnitudes.

Migración y Desarrollo Insular.  La Propuesta de Estrategia Nacional de Desarrollo 2010-2030 es explícita al plantear un conjunto de objetivos en materia de política migratoria como parte de las políticas de  desarrollo y de cohesión social. Los objetivos propuestos apuntan hacia la ordenación y el ordenamiento de los flujos migratorios conforme a las necesidades del desarrollo nacional, y a la promoción y protección de los derechos de la población dominicana en el exterior, propiciando la conservación de su identidad nacional.

Las líneas de acción relativas a la inmigración apuestan a: i) al reordenamiento y modernización del marco legal e institucional con fines de fortalecer el sistema de gestión y control de los flujos migratorio, compatible con las mejores prácticas internacionales y el respeto a los derechos de la población migrante; ii) a la regulación de la población extranjera que se encuentre en condiciones de ilegalidad o no autorizada en el país; iii)  al establecimiento de sistemas de cuotas y/o incentivos para permiso temporal o de residencia  que defina la cantidad de migrantes requeridas según las demandas del desarrollo nacional. Además, el fortalecimiento de mecanismos eficaces para enfrentar el tráfico ilícito de migrantes y la trata de personas.

Para la protección de la  diáspora dominicana se plantea:  i) la transformación del servicio consular como instancia al servicio de la protección de sus derechos y  asistencia jurídica, ii) creación y  fortalecimiento de  mecanismos para que la población emigrada pueda tener activa vinculación económica, social, política y cultural con la Nación dominicana, y iii) el apoyo a la  reinserción digna en caso de retorno.

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Medio ambiente

En la propuesta de Estrategia Nacional de Desarrollo 2010-2030 también hay un planteamiento explícito sobre la protección del medio ambiente de la Isla La Española en colaboración con la República de Haití.  Ahora bien, la realidad vivida a raíz del terremoto del 12 de enero ha mostrado a Haití y a la República Dominicana que abordar el desarrollo de los dos países y la sostenibilidad de la Isla La Española a largo plazo, como espacio para  la convivencia pacífica y el desarrollo humano de sus habitantes,  requiere abordar una agenda de temas que son de importancia para el desarrollo de los dos pueblos y que es mucho más amplia que el tema migratorio y medioambiental.      Además, el fortalecimiento de mecanismos eficaces para enfrentar el tráfico ilícito de migrantes y la trata de personas.

La cifra

22 por ciento.  Es la cantidad de la población más educada que está en el exterior, según la Organización Internacional para las Migraciones, 204,000 dominicanos con nivel de escolaridad terciaria estaban en países de la OCDE en 2007.   

Director general  de Cooperación Bilateral, Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo.

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