Mayores temores sobre el cambio climático

Mayores temores sobre el cambio climático

POR DOMINGO ABREU COLLADO
Si albergábamos algún temor sobre las consecuencias que el cambio climático pueda tener sobre nuestras vidas, tratemos de abrir más espacio en ese albergue, pues los temores son mucho mayores aún.

Los más recientes descubrimientos realizados en el Instituto Científico Weizmann, de Israel, advierten que el efecto local de los aerosoles atmosféricos -esos recursos en lata de miles de productos de uso diario- puede ser mayor que el efecto invernadero que actualmente recalienta el planeta.

Hace varios años, otro científico del Instituto Weizmann y sus colegas impactaron a la opinión mundial, a los estudiosos del medio ambiente y a los medios de prensa especializados (y a los no especializados también) al declarar que esas minúsculas partículas aerotransportadas, mejor conocidas como aerosoles, “podrían ser uno de los principales culpables de los cambios climáticos; y que éstos tienen, en pequeña escala, un impacto aún mayor que el efecto de los gases de invernadero”, es decir, de aquellos gases de procedencia natural, como los gases de los pantanos y los procedentes de los excrementos de animales.

Pero eso no se detuvo en el descubrimiento solamente. Dándole seguimiento a la investigación, se han realizado experimentos para entender cómo influyen estas partículas en las nubes, lo que ha generado  muchas preguntas.

Un estudio reciente, realizado por el doctor Ilan Koren, del Departamento de Estudios ambientales e Investigación de la energía, y el doctor Yoram Kauffman, del Centro Espacial Goddard de la NASA, en los Estados Unidos, y publicado en “Science Express On Line”, relaciona íntimamente dos efectos opuestos de los aerosoles atmosféricos proporcionando un cuadro completo de cómo éstos podrían estar afectando nuestro clima y, en consecuencia, la temperatura en todo el planeta.

La información, suministrada por el Instituto Weizmann, define así la situación: “La formación de las nubes depende de la presencia de pequeñas cantidades de aerosoles, tales como la sal marina y el polvo del desierto. Estas minúsculas partículas sirven como semillas, alrededor de las cuales el vapor de agua en el aire se condensa, formando minúsculas gotitas de agua que se elevan al liberar calor”.

Y continua explicando el Weizmann: “Estas pequeñas gotitas, al elevarse, chocan y se combinan con gotitas más grandes. Cuando las gotitas alcanzan un tamaño crítico, la fuerza de la gravedad se hace cargo de hacerlas caer de la nube en forma de lluvia”. Hasta ahí es como si nos recordaran algunas de nuestras clases en el liceo. Pero es a continuación donde aparece lo controversial.

“Una de las controversias alrededor del alcance del impacto del aerosol en el cambio climático es la dualidad de su influencia. Por un lado, Koren y sus colegas encontraron anteriormente evidencia suficiente para sugerir que las semillas adicionales plantadas en la atmósfera por la emisión de aerosoles artificiales (contaminación, incendios forestales y combustión de combustibles fósiles) generan más gotitas de agua, pero más pequeñas. La formación de gotitas de agua más grandes por el proceso de colisión es menos eficiente y por lo tanto, no hay precipitación. Las gotitas más pequeñas se elevan más alto hacia la atmósfera, creando nubes más grandes y más altas que persisten por más tiempo. Esto no solo altera todo el ciclo del agua, sino que la nubosidad aumentada refleja más radiación solar al espacio, generando un efecto de refrigeración local sobre la Tierra”.

Otro estudio y más complicación

Si todo se quedara en ese punto quizás no fuera tan amenazante el problema. Pero no, se complica, pues otro estudio realizado también por el doctor Ilan Koren demostró que algunas clases de aerosoles, específicamente aquellos que contienen carbón negro (carbón elemental) pueden también reducir la nubosidad, conduciendo en última instancia a un efecto de calentamiento. “Esto ocurre -asegura Koren- cuando el carbón negro absorbe parte de la radiación solar, calentando la atmósfera circundante y reduciendo la diferencia de temperatura entre la superficie terrestre y la atmósfera superior. Esta combinación evita la inestabilidad atmosférica, condición necesaria para la formación de las nubes y la lluvia”.

Parecería que al decir inestabilidad atmosférica estaríamos hablando de dificultades o fenómenos atmosféricos problemáticos. Pero no es así.

Según los científicos del Instituto Weizmann es todo lo contrario. “Una atmósfera estable significa menor cantidad de nubes; menos nubes significan menor reflexión de luz solar; una menor reflexión de luz solar  y la absorción de la radiación conducen al Calentamiento”.

A todo esto, tanto las grandes empresas de los países desarrollados, responsables de la emisión artificial de gases de invernadero, así como los gobiernos que han sido impuestos por diligencias de esas empresas, y también los responsables de tomar decisiones al respecto, han argumentado que el efecto del calentamiento global, así como el efecto de los aerosoles podrían contrarrestarse, a fin de que los efectos del cambio climático sea más reducido. Pero hasta ahora no ha ocurrido así. El problema es mayor.

Las nubes en huelgas

El doctor Ilan Koren y sus colegas del Instituto Weizmann sostienen que el problema surge de los cambios climáticos locales: “Las nubes pueden persistir sin liberar lluvia sobre regiones en las cuales normalmente precipitarían (como por ejemplo en selvas tropicales) y desplazarse para precipitar, en cambio, sobre regiones en donde la lluvia no es necesaria (como por ejemplo en los océanos). O también, el efecto podría conducir al calentamiento de regiones frías y al enfriamiento de regiones calurosas. Estos efectos adicionales, sumados al ya problemático calentamiento por gases de invernadero, podrían tener repercusiones desastrosas a largo plazo”.

Esos cambios, tanto de las estaciones lluviosas como de los sitios en que ahora llueve y antes no, ya se habían previsto. Sin embargo, los escépticos y aquellos que consideraban la denuncia ecológica como diatribas ecoterroristas, han ido viendo con estupor cómo dichos avisos se han ido transformando en realidades calamitosas… y sin esperanzas de solución a corto plazo.

Otro tema polémico en los medios científicos es la cuestión de cómo estas minúsculas partículas localizadas afectan sistemas climáticos situados a miles de kilómetros de distancia de sus lugares de origen. No hay duda de que los aerosoles desempeñan un papel, pero los escépticos creen que dicho papel es insignificante, en comparación con factores meteorológicos clave, tales como la temperatura, la presión, la cantidad de vapor de agua en el aire y la fuerza del viento.

Mientras tanto, “en lo que se investiga el caso”, las nubes siguen en huelga, amenazando con derramarse donde menos las esperen y con cargas imposibles de ser manejadas por el hombre. ¡Pregúntelo a Katrina!.

La investigación del caso

En el Instituto Weizmann, lo que el doctor Ilan Koren necesitaba para demostrar sus descubrimientos era una manera de separar la influencia meteorológica de la influencia de los aerosoles, factor ausente en sus estudios anteriores. Junto con el Dr. Yoram Kaufmann, del Centro Espacial Goddard, de la NASA, uno de los principales investigadores en el campo de los aerosoles atmosféricos (y quien lamentablemente murió recientemente en un accidente ciclístico cerca del Centro Espacial Goddard), Koren utilizó una red de sensores terrestres (AERONET) para medir el efecto de la concentración del aerosol sobre la nubosidad. La absorción de la radiación se ve menos afectada por las condiciones climáticas, “de modo que si los escépticos tienen razón y las condiciones climáticas son el principal factor influyente, entonces la correlación entre la absorción de aerosol y la nubosidad debería haberse visto solo en una minoría de circunstancias”.

Pero éste no fue el caso. Los investigadores observaron el efecto de la dualidad sobre las nubes: al aumentar el total de aerosoles, aumenta la nubosidad; y al aumentar la absorción de la radiación por los aerosoles, disminuye la nubosidad -en todo lugar, y en cualquier estación-. Con el aval de un análisis matemático, se hace aún más difícil negar que, de hecho, los aerosoles sean el principal factor de influencia.

Los científicos del Instituto Weizmann tienen la esperanza de que los nuevos descubrimientos muevan a una mayor preocupación por parte de las grandes industrias y los tomadores de decisiones. Dice el doctor Koren: “Esperamos que este estudio haya proporcionado finalmente una respuesta definitiva, y que los responsables de tomar decisiones comiencen a abordar el tema de los cambios climáticos desde una perspectiva diferente, que tomen en cuenta no solo el impacto global de los aerosoles y gases de invernadero, sino también sus efectos locales”.

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