Mbeki destituye vicepresidente

Mbeki destituye vicepresidente

CIUDAD DEL CABO (EFE).- En una decisión que ha recibido elogios de la oposición, el presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, destituyó ayer a su vicepresidente, Jacob Zuma, vinculado a un sonado caso de corrupción que mantenía en vilo al país. Mbeki anunció la destitución en una sesión conjunta del Parlamento, que convocó la víspera para dar a conocer su posición sobre la condena a 15 años de cárcel dictada la semana pasada contra Schabir Shaik, asesor financiero del vicepresidente.

En ese juicio, según el fallo del juez, se demostró la relación «generalmente corrupta» que Shaik tuvo con Zuma y de la que ambos se beneficiaron: el vicepresidente con dinero y su asesor financiero con influencia política para apoyar sus negocios.

Al anunciar la salida de Zuma, el presidente Mbeki dijo que era la decisión más conveniente para el Gobierno, para la «joven democracia» y también para el ahora ex vicepresidente.

«He llegado a la conclusión de que (…) lo mejor sería liberar al honorable Jacob Zuma de sus responsabilidades como vicepresidente de la república y miembro del Gobierno», dijo Mbeki en la sesión parlamentaria.

Zuma, de 63 años, estaba considerado el más probable candidato para suceder a Mbeki al término de su mandato, en el año 2009, y estaba apoyado por el ala izquierda de la coalición política que gobierna en Sudáfrica desde 1994.

El ex vicepresidente había sorteado la tormenta política que estalló cuando se conocieron detalles sobre las maniobras de su asesor, que incluyeron una petición al grupo francés Thomson, en nombre de Zuma, para una serie de pagos irregulares en un contrato de compraventa de material bélico.

Pero desde que el 2 de junio se conoció que el juez que condenó a Shaik había apuntado explícitamente la relación «generalmente corrupta» que mantuvo con Zuma, se agudizaron las voces que exigían la salida del vicepresidente.

Según informes de la prensa local, en los últimos días Mbeki envió al menos a dos representantes para pedir a Zuma que renunciara, uno de ellos el ex presidente Nelson Mandela, la persona más respetada en Sudáfrica.

Pero Zuma no sólo se negó a renunciar, sino que intentó apuntalar su poder con declaraciones de apoyo de los sectores que le respaldaban políticamente, y que a partir de hoy se han quedado huérfanos.

Al anunciar su decisión, Mbeki agradeció a Zuma la colaboración que mantuvo con él durante treinta años, pero también habló de la necesidad de «profundizar la confianza de la gente en sus representantes y en los órganos del Estado».

El paso dado por Mbeki recibió elogios inmediatos de la oposición, cuyo principal líder, Tony Leon, destacó la «valentía» del gobernante.

«Debemos proteger la libertad de Sudáfrica frente a quienes quieren corromperla», añadió Leon, líder de la Alianza Democrática, la primera fuerza política de la oposición.

Nada más conocerse la decisión presidencial, Zuma convocó a los periodistas en Ciudad del Cabo, suroeste de Sudáfrica, sede del Parlamento, para leer una declaración en la que insistió en que tiene la conciencia limpia.

El ex vicepresidente se quejó de que había sido tratado de una forma «extremadamente injusta» desde que surgieron las primeras denuncias que le vinculaban con irregularidades con su asesor financiero.

Zuma no ha sido procesado judicialmente y ni siquiera fue citado como testigo en la causa abierta contra Shaik, pero, según la prensa local, la Procuraduría General estudia ahora procesarlo a partir de las pruebas presentadas en el juicio contra su asesor financiero.

En su despedida, Zuma hizo un llamamiento a «reforzar la democracia», y señaló que «nuestra libertad y nuestra democracia son más importantes que nosotros como individuos».

Dijo que Mbeki había decidido destituirlo no porque fuera culpable de los cargos de los que se le acusa, sino debido a «las restricciones con las que actúa el poder».

Nelson Maldela, que compartió con Zuma la cárcel de la isla de Robben cuando ambos estuvieron presos durante la lucha contra el «apartheid» (segregación racial), expresó su «profunda tristeza» por el cese del vicepresidente, pero también respaldó al jefe del Estado.

«Me uno al presidente Mbeki en el tributo que ha pagado a Jacob Zuma por su contribución a nuestra liberación y a la construcción de nuestra democracia», dijo Mandela.

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