«Me abandonaron… pero estoy viva»

«Me abandonaron… pero estoy viva»

TELÉSFORO ISAAC
En un testimonio público, una señora se identificó con los siguientes personajes que han sufrido la experiencia de abandono temporal: Jesús en el Calvario, Juan de la Cruz, Teresa de Ávila, Martin Luther King, Jr., C. S. Lewis, Dietrich Bonhoeffer, Teresa de Calcuta, Pedro de Lancer y otros.

La situación de estar una persona en soledad, separado/a aún perteneciente a una familia, a una comunidad o estando en medio de un conglomerado puede debilitar el espíritu, trastornar la mente y socavar el alma.

En el testimonio público la señora expuso lo siguiente: «Fui abandonada por las personas a quien más amaba y por la comunidad de quien esperaba amor, confianza, lealtad, colaboración, soporte espiritual y solidaridad.

Cuando más necesitaba de la demostración fehaciente de fraternidad, sentí rechazo, desprecio, separación y el desgarrado estado de soledad.

Mi esposo me abandonó y comenzó una nueva relación. Fuimos novios durante seis años y teníamos dos de casados, me dejó por razones que todavía no comprendo, se divorció y a raíz de esto no puedo comulgar cuando más necesitaba del Sacramento del Altar y la confraternidad de la comunidad de fe.

Mis padres nunca creyeron en el novio porque les parecía taciturno y en verdad mi ex esposo no se integró real y efectivamente en la familia.

Por otro lado, la comunidad de fe donde me crié y fui nutrida en la Palabra de Dios y alimentada con el pan y el vino del Misterio Sacramental me excluye. Allí donde se hablaba de fe, esperanza y amor fui dejada en el abandono por ser una mujer divorciada sin ser culpable.

Me siento atribulada por la frialdad y la falta de soporte moral de mi familia, de algunas de mis amigas y de la agrupación religiosa a la que pertenecí.

Yo entendía que mi relación filial no se enflaquecería, ni se debilitaría, ni se agotaría por ninguna razón en el mundo, pero me fallaron.

Tenía plena confianza en que yo era una ovejita del redil y aunque me rezagara o extraviara por el más oscuro de los valles, el bastón espiritual me brindaría protección, fortaleza espiritual y manifestaciones de confraternidad. Pero estuve equivocada, pues estoy abandonada por el nuevo estado en que me encuentro sin cometer falta voluntariamente.

La separación de mi cónyuge, la sensación de enfriamiento familiar y la excomunión ipso facto me han causado la sensación de agobio, tristeza, desilusión y descorazonamiento. Siento que fui abandonada. He llorado mucho, he sufrido desconsoladamente y hasta llegué a contemplar una salida violenta, determinante y sin regreso. Pero pensé que dejaría huellas de asombro, vergüenza y sentido de culpabilidad de algunas de las personas a quienes amo, aunque no he recibido la reciprocidad del cariño y la atención que esperaba.

En la noche oscura de mi depresión y entre sollozos, dudas, incertidumbre y debilitamiento espiritual, elevé oraciones a Dios diciendo: «¿de dónde vendrá mi ayuda?». Fui asegurada que mi ayuda vendría del Señor, quien me cuida, me protege de todo peligro ahora y siempre, pues, «los que confían en el Señor son inconmovibles».

Durante mi oración percibí la presencia de un rayo de luz, de un destello que comenzó a iluminar mi alma y alivianar la pesadez de mi corazón. Se disipó mi congoja, mi mente se esclareció de las difusas tinieblas que me embargaban por meses. De pronto sentí una presencia afable, confortadora y vivificante. Se restableció mi ánimo de vivir y mi decisión de luchar con bríos renovados.

En el brillo de esa luz percibí a Jesús y la presencia y poder del Espíritu Santo. Fui abandonada…pero estoy viva por la gracia de Dios derramada sobre mí. Trataré de seguir viviendo, sirviendo al Señor en espíritu y en verdad. La sensación de abandono fue una horrible experiencia vivida, pero ahora he alcanzado un horizonte donde hay paz, tranquilidad mental, confianza y esperanza perdurable.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas