Me creía notable y me equivoqué

Me creía notable y me equivoqué

EMIGDIO VALENZUELA MOQUETE
“La lisonja es la terapia que más hace durar al hombre”. F.E. Moscoso Puello. Pese a que traduce un sentimiento de decepción, este es un artículo de promoción a mi persona. Parangonando a Walt Witman es una especie de “Canto a Mismo”. Así pues el que no esté de ánimo para escuchar mi lamento por lo que le narro a continuación, puede descontinuar su lectura en este mismo párrafo.

En noviembre del año 2003 -aunque no soy escritor- hice un libro que le puse por título “Entre el derecho y la vida”, que si bien todavía no ha llegado a “best seller” va en camino, y yo estoy muy contento y agradecido de Dios, ya que ese libro fue leído por mi abuela, mi mamá y mi papá antes de morirse y pese a que el libro habla sobre todo mucho de mí, ellos me dijeron que era muy bueno y que tenía futuro. Es un libro de promoción también a mi persona, más no a mi personalidad, que es cosa distinta. Si lo desean pueden continuar leyéndome.

Resulta que en el referido libro incluí un artículo que denominé “Me ofrezco como notable”, el cual en síntesis esboza las virtudes y bondades que acrisolan mi persona, con ruego a quienes fuera de lugar para que me promovieran y se me incluyera en esa selecta, reducida y envidiada élite social.

Interesantísimo el contenido literario y humano con que magistralmente abordo mi oferta como notable en el susodicho libro. De venta en todas las librerías del país les recomiendo la adquisición de mi obra y aquí les repito el nombre no sea que se les vaya a olvidar “Entre el derecho y la vida”. Tendrán el privilegio de degustar lo que casi es una obra maestra salida de la conspicua pluma de uno de los escritores nacionales mejor dotados del momento.

Mi decepción llegó a su clímax o como se diría en el lenguaje de los “jevitos” donde me “guayé” (nótese que tengo un versátil manejo de la palabra escrita) fue creerme ciertamente notable luego de mi oferta. Sin embargo y pese a las gestiones desplegadas por mí en el hábitat en que me desenvuelvo, he sido ignorado. Han sido conformadas múltiples comisiones en público y privado y designados al frente de las mismas personalidades presentes, hombres éticos, probos y renombrados sin que se me tomara en cuenta.

Mi no-inclusión en esas comisiones, lo achaco, a que tal vez mis pecados son veniales, los actos de corrupción y tráficos de influencia en los que he participado son de “poca monta”, no he aprendido a jugar a la “doble moral”, he tratado de ser honesto, responsable y un “chin” capaz, condiciones únicas para garantizar un sólido y seguro fracaso en esta isla compartida que se llama República Dominicana.

Ya en el paroxismo de mi frustración por no haber alcanzado el rango de “notable” aquí en la tierra, antes de irme al “más allᔠpara sentirme “cool” sólo abrigo dos deseos: “primero: Una invitación de parte del mega-magnate Gustavo Cisneros a su villa en La Romana (sería más alentadora aunque no indispensable si esa invitación coincidiera con la estancia en su villa de Bill Clinton y George Bush padre con sus respectivas familias, lo cual le daría más “feeling”, al “meeting”. Naturalmente si no es posible la asistencia de esas familias, me sentiría dichoso y hasta me daría por satisfecho con la presencia de los dos primeros -además así yo entraría en “Guinness”- pues sería el primer dominicano en conocer juntos y de cerca a dos ex presidentes norteamericanos completamente blancos. Segundo al producirse mi muerte creo merecerme, lo cual agradezco anticipadamente por parte de mis amigos ejecutivos de diarios, me dediquen aunque fuere la mitad de una nota editorial, loando los méritos que no me fueron reconocidos por mis coetáneos antes de mi partida sin regreso. Gracias por todo lo vivido.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas