Me lo dijo un ángel

Me lo dijo un ángel

LEO BEATO
Déjame contarte un cuento, me dijo el ángel. Había una vez dos arcángeles que fueron de visita a la tierra como dos labriegos. Los hospedaron en el sótano y les hicieron trabajar de sol a sol pagándoles con la comida de la mañana. Al anochecer encontraron un hueco en el sótano y uno de ellos lo cerró como por arte de magia.

A la mañana siguiente se fueron en busca de más trabajo. Resulta que otro labriego, pobre y cansado, ofreció ayudarles con el alojamiento si cuidaban de Azucena, su vaca lechera a la que su mujer ordeñaba todas las madrugadas. Al anochecer los dos arcángeles encontraron a Azucena muerta al regresar de la huerta.

¿Por qué permitiste que se muriera si al de ayer, que era rico, le ayudaste cubriendo el hoyo abierto en su sótano? Así le dijo el primer arcángel a su compañero.

“Veo que estabas muy atento”, le contestó el segundo arcángel al primero. “Pero no captaste que dentro de ese hueco había un tesoro escondido que el dueño jamás había visto. Por eso lo cerré, para que no se hiciera más rico. No necesitaba riquezas porque no sabía compartirlas”.

¿Y al pobre labriego…qué? “Mira, mi hermano, es cierto que Azucena era la única riqueza que poseía. Pero, si te fijaste bien, hubieras notado que anoche vino la muerte en busca de su mujer y que yo hice un trato entregándole en su lugar a Azucena. ¿Ves este país con tantas contradicciones y contratiempos? Todo lo que le sucede es por una causa y tiene un propósito planificado de antemano hasta que aprendan que todo tiene su precio en la vida”. El ángel que me contó el cuento encarnó como neurocirujano y fue músico de nacimiento. Su nombre completo fue Ángel Chan Aquino. Y fue mi amigo.

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