El punto de vista a exponer lo han leído ustedes mil ochocientas veces. De ello han escrito periodistas de todos los medios de comunicación social, impresos y electrónicos. Los medios han editorializado sobre el tópico. Cada vez que el petróleo aumenta su valor de mercado internacional, suben los precios locales de sus derivados. Las consecuencias son múltiples.
La primera es el reflejo de tales alzas sobre otros precios de bienes y servicios. La segunda, que técnicos y políticos recuerdan que el país puede producir sustitutos para aprovechar como biodiesel. La tercera que todos recordamos que a partir del Sol, de la biomasa o de los vientos, puede generarse energía eléctrica. Luego, porque cesan las contingencias que impulsaron la elevación, también damos por cerrados los encuentros en que se habla de todo ello. Y por supuesto, no hacemos nada.
Pues bien, este panorama de absurdos discursos, debe cambiar. Para comenzar, el Gobierno Dominicano está concitado por una latente inconformidad colectiva, a evitar nuevas alzas de los combustibles. El país no produce petróleo. Lo compra financiado aunque caro. Por concepto de lo acreditado hasta hoy, a Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVESA), se le deben alrededor de dos mil millones de dólares. Y no hemos vuelto a sembrar caraotas. Porque para pueblo apurado, búsquennos a nosotros.
Del Sol nos acordamos bajo la canícula. Hace poco se firmó un acuerdo para instalar una planta solar en las salobres planicies del valle de Bahoruco. De este proyecto oigo hablar desde mi juventud. Espero que, por lo menos en esta ocasión, saquemos jugo al astro rey. Los ticos, por cierto, tienen un programa de aprovechamiento del calor del Sol, mucho más modesto y efectivo. Sin hablar mucho, el gobierno costarricense financia calentadores solares de agua que cobra por vía de la factura de energía eléctrica.
Un programa de esta naturaleza contribuiría con adecuada imaginación, a incorporar usuarios ilegales de la energía eléctrica, al sistema regulado. Yo quiero un calentador solar, pero soy usuario ilegal. Decido incorporarme al programa de agua caliente. Muy bien, firme aquí. ¿No les luce atractivo? Y no pensemos en traer aparatos solares del exterior. Consideremos ofrecer trabajo a los ingenieros mecánicos dominicanos que desde hace años tienen fábricas de calentadores solares, de los que venden dos al año. Con este programa, tal vez, venderían dos cientos por día.
En el suroeste lo mismo que en el noroeste se contemplan tierras yermas por montones. Son extensiones que no sirven para nada. Dios, sin embargo, no hizo nada para estorbar a su criatura predilecta. Esos que conversan con cada alza mundial del petróleo sobre biodiesel, pueden ser llamados a sembrar semillas oleaginosas en esos terrenos. Empresarios con plantas fabriles y experiencia en sacarle aceite a semillas, pueden ser llamados para sacar ese aceite. Total, si el petróleo torna estos proyectos escasamente atractivos, ese aceite sirve para base de la cosmética y otros usos industriales.
El asunto es que se haga algo. Que, ante el alza mundial del precio del petróleo, no se haga lo mismo que hemos hecho siempre: pronunciar sandeces. Y no hacer nada.