¡Me soñé muerto!

¡Me soñé muerto!

Cierta noche tuve una enorme pesadilla. Soñé que me encontraba en una funeraria, dentro de un ataúd y totalmente paralizado. Las personas hacían fila frente al difunto; me miraban fijamente, al tiempo que soltaban una que otra anécdota de vida.
Mis parientes mostraban rostros afligidos ante tan dolorosa e inesperada partida. Con los párpados abiertos y sin poder mover los ojos, ni hablar, oía y sentía profundamente sus conmovedoras expresiones. Mucho esfuerzo hube de hacer para despertar de tan mortificante y desagradable trance nocturno.
La mañana del lunes 11 de abril de 2016 viví la antítesis. Fueron los cuarenta y cinco minutos más emocionantes de mi vida adulta. Confieso que a cada momento me preguntaba si acaso estaría soñando despierto, o si era que el cielo se había vuelto a unir a la tierra. Supe que estaba en tiempo y espacio real al recibir un correo electrónico de mi esposa, hija y nieta que decía en parte: “a ti compañero de vida, al que por razones fuera de nuestro control no pudimos estar a tu lado en un día tan especial como ha sido el reconocimiento que te han otorgado, quiero a distancia manifestarte que es tu inteligencia, amor al trabajo productivo, disciplina, responsabilidad, perseverancia, conocimiento total de cada cosa y el gran esfuerzo lo que te han llevado a ganar esta victoria, este reconocimiento. Estamos más que satisfechas y orgullosas tu hija, tu nieta y yo, de lo que has hecho justo, de lo que has dicho con razón y de la filosofía de vida que te ha guiado siempre”.
Escuchaba a la Ministra de Salud Pública Dra. Altagracia Guzmán Marcelino designando al Instituto Nacional de Patología con el nombre “Dr. Sergio Sarita Valdez”, sus palabras finales fueron las siguientes: “Dr. Sergio Sarita Valdez, este histórico mes de abril se apuntala como tal y nuestra patria sigue escribiendo nuevos capítulos de esa historia. Reciba Usted, pues, este sencillo acto, como un gesto de agradecimiento a su entrega, arrojo y valentía en la defensa de sus mejores intereses”.
De su lado, el colega, amigo y compañero, pasado presidente de la Asociación Médica Dominicana, Dr. Rafael Estévez Rochet expresaba: “…la relación mantenida por un tiempo con el apreciado colega y amigo me ha permitido rememorar la cantidad de horas que compartimos viajando por toda la geografía nacional, planteando nuestras creencias de carácter social; y en cada oportunidad reclamaba la importancia del análisis del POR QUÉ, el CÓMO, el DÓNDE y el CUÁNDO de la muerte de cualquier persona. El se constituyó en apóstol de la vida, analizando los muertos; y donde todos veíamos final y tristeza, el veía luz y alegría, ya que al analizar los restos del fenecido servirían más que para recordatorio, ya que al estudiar las circunstancias que les rodean se pudiera traducir en el planteamiento de cómo y cuándo mejorar la vida de los vivos; enarbolando la tesis principal de que <<los muertos hablan y solo se tiene que conseguir a alguien que interprete y busque su lenguaje>>”.
¡Soy un dichoso muerto vivo! Las gracias infinitas y mi deuda eterna para todas y todos los que hicieron posible tan bello y sentido homenaje en vida.

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