ÁNGELA PEÑA
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Es un poema. Una joya del arte. El excelso compositor que la creó merece todos los premios. Tiene imaginación sin límites. La riqueza de su verbo es envidiable. Su vocabulario es copioso, nítido. Rima y combina con sentimiento, pasión, amor, respeto.

 Y quien la canta, si no es su autor, la supo interpretar cabalmente en la pronunciación, el tono, la gracia.

 El sujeto está pegado. Lo cantan niños, mujeres, hombres de todas las edades. Lo bailan con frenesí. Suena en conchos, guaguas, paleteras, colmadones, fondas. Buhoneros, lavacarros, bomberos, limpiabotas, peluqueros, lo tararean sin cansancio.

 El pentagrama musical dominicano se engrandece y la mujer criolla debe estar desvanecida de emoción con ese canto que la enaltece.

 A fuerza de escucharlo se imponía una investigación: ¿Quién canta? Silvio Mora. ¿Y él es el autor? “No sé, pero ese jevo ej’un montruo de la canción”.

 “E que tú cuando come camarón te guta que te jalen por lo moñññññññño”, dice la parte que se repite.

 Y sigue. “Ahí viene Pirulo, ahí viene Pirulo”. Y entra una voz femenina “muy sensual” afirmando: “Papi, tú no ve que yo no grito”. Y eso es todo.

 No se la pierdan. Es una perla.