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“El Espejo de Babel”

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ÁNGELA PEÑA
Aunque Luis Oscar Brea Franco es un reconocido filósofo, economista y politólogo, hay que colocar su libro, “El espejo de Babel”, en una de las más completas referencias históricas, perfectamente documentada, de lo que fue la sociedad dominicana en el periodo 2000-2004.

Es preciso hacer énfasis en ese detalle, porque al distinguido escritor  casi todos lo suponen como decidido promotor cultural y brillante investigador del ser, el destino del hombre, las diferencias entre el bien y el mal, las visiones de Hipócrates, Nietzsche y Sartre.

 La obra es un fascinante estudio sociológico de políticos, gobernantes y funcionarios. Un instrumento valioso para conocer la idiosincrasia del dominicano en general. Es examen, recordatorio, es el hecho expuesto con la ventaja de que quien lo escribe posee condiciones, autoridad, maestría para presentar pros y contras con crudeza demoledora.

 En estas 411 páginas se puede volver a vivir el asombro de “el Pepegate”; la tesis del fracaso de los intelectuales sustentada por Guido Gómez  cuando Mu-kien Sang  calificó a Hipólito de autoritario, irreflexivo, desproporcionado, ligero, o la inaudita comparecencia del presidente del Senado anunciando al país que la Reforma Constitucional sería un hecho.

 Los “éxitos”  de Tony Raful al frente de Cultura, que anunciaba con ostensible satisfacción, son capítulos cuestionados que se repiten en “El Espejo de Babel”, tanto como cuantas veces el ministro sacaba balance de cada uno, como los conciertos en mangas de camisa, la actuación de la Sinfónica en el Masacre, el despliegue de retretas municipales o la reposición de las bandas de música. Al poeta Raful, Brea Franco le reconoce “sus dotes de gran malabarista de la palabra”.

 El plagio como pecado mayor, el retroceso de la calidad de vida, la dura realidad de una ciudad abandonada, decaída, el incremento de los impuestos, el “paquetazo” fiscal, el escaso desarrollo humano para el afianzamiento de nuestros valores e identidades, la falta de creatividad del censo de ese entonces y la actitud típica de los funcionarios en una sociedad signada, en esos años, “por la injusticia y la violencia, cargada de irritantes privilegios donde lo que se valoraba era la astucia, el manejo turbio, la mentira, la hipocresía, la ausencia de escrúpulos”, son denuncias del explosivo ejemplar.

 Brea Franco expone y analiza lo que llama “el secuestro de la Nación”, perpetrado por el Senado “mediante la aprobación de un proyecto de ley elaborado con acechanza y alevosía”, así como la política de “doble rasero” del PRD ante la guerra de Irak cuestionados con la intensidad con que se adentra en la quiebra del Banco Intercontinental o en la decidida voluntad del PPH por la repostulación del entonces Presidente.

Al margen de esos asuntos, el autor introduce otros temas en los que, como en los anteriores, exhibe un estilo nítido, sencillo, demostrando sus altos vuelos de escritor y su carácter extremadamente valiente.

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